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CUDILLERO MÁGICO

Nada mejor, a la hora de rendir homenaje a un escritor, que hacerlo con su herramienta de trabajo: la palabra. El verbo que está siendo mancillado y menospreciado por algunos políticos de alas muy cortas y por algunos medios televisivos donde la máxima que impera es acaparar la mayor audiencia sin importarles la inocencia infantil y los valores éticos de los seres humanos.

Por el poder de una palabra. La palabra encantada de Elvira Bravo. Un día se hizo el verbo y el hombre pudo comunicarse con sus semejantes. La palabra en el hermoso y misterioso engarce del significado y del significante. La palabra humana que se hizo verso, por vez primera, cuando Adán, a la sombra de una palmera, le dijo a nuestra madre Eva: Tú eres amor mío,/ carne de mi carne. Desde entonces, la palabra escrita sobre tablillas de cera, papiros y pergaminos con punzones, cálamos y plumas de ave fue la transmisora de la historia, los acontecimientos y el sonido hecho verso a través de los siglos hasta nuestros días.

Y hoy, en este libro la palabra de Juan Luis Alvarez del Busto justa y precisa, preciada y preciosa llegada a nosotros por las olas de la mar hasta la misma Rivera y por las ondas de los vientos. La palabra de todos los escritores que en el mundo han sido, son y serán para rescatar, crear y recrear la vida a través de ese otro mundo mágico; el arcano mundo de las letras: el verso inolvidable de Blas de Otero: "os dejo la Paz y la palabra"; los versos sonoros y profundos de un capitán llamado Pablo Neruda, en el centenario de su nacimiento: " El hueco de tu forma/ guardarán mis palabras." Y ahora que es otoño y otras luces cambian el paisaje, Ángel González una vez más: " Tardes hay, sin embargo,/ en las que manoseo las palabras".

El verso al desnudo y limpio de polvo y de paja como el grano de la escanda, luego de ser oreado por los vientos, como aquellos versos y oraciones de un caminante llamado León Felipe: " Aventad las palabras/ y si después queda algo todavía,/ eso....eso será la poesía". En fin, la reflexión del poeta francés Paul Eluard cuando afirma en su manifiesto surrealista: "Necesitamos pocas palabras para expresar lo esencial, pero necesitamos todas la palabras para hacerlo real."

Y así, con palabras, como las arenas de la mar que baña Cudillero, Juan Luis Alvarez del Busto fue construyendo un mágico libro nacido de la tradición popular, del floklore, de la literatura, de sus gentes, costumbres y creencias, del amor de la lumbre y la palabra. Y junto a la palabra -para darle más fuerza- el cálamo y el pincel que se hacen sombra y vereda sobre el papel y el lienzo que dan al nuevo libro el ser y sentir de una obra de arte.

Estoy viendo a Ánxelu pintar la "Puerta del cielo" con el mismo sentimiento y el mismo cúmulo de sutilezas que utilizaba un poeta para pintar el rostro de la mujer amada . Es así como veo a Ánxelu Fernández pintando a su Cuideiru del alma a orillas de la mar con sus barcas y redes y los patriarcas contemplando con melancolía aquello que fue y ya no son más que retazos y vivencias en el recuerdo; el rostro del pescador desconocido, la esposa amante esperando en el muelle en día de tormenta; el silbo del viento y el vuelo de un albatros con los mismos colores, como cuando Dios al alba los desparrama dando luz y vida al nuevo día.

Es este, en verdad, un libro fascinante y seductor. Ambrosía de embrujo y de duende que adentra al lector en la magia del lugar a través del recuerdo y de la melancolía que es el sabor dulce de la nostalgia. Nada de cuanto acontece en el vivir cotidiano de Cudillero -pixuetos y caízos- le es ajeno al autor. De igual manera que sus costumbres y creencias, sus devociones y las fiestas, donde "L'Amuravela -como bien cultural- elevó su estandarte a lo más alto con los pregones de Doña Elvira Bravo -alma del solar-, Totó y Diego.

Pero si las devociones y romerías son el fervor religioso y la alegría, el rico folklore del solar, los cantares y las fuentes de la vida son la antesala del momento etéreo que alcanzan los cuentos y las leyendas, los relatos y las estampas contados al amor de la lumbre transcritas fielmente y con esmerada pureza por el cronista de Cudillero de labios de su querida abuela y de otras pixuetas y pixuetos. Porque conviene recordar que estamos hablando sobre el Cudillero mágico que han vivido los ancestros y que, de alguna forma, están los lugareños obligados a legar a las generaciones venideras.

Y es que las páginas de la vida son amargas manzanas y momentos de dicha. Pero sobre todo y ante todo la vida es o debería ser magia, embrujo, fascinación, fantasía y meditación porque hay lugares en estas tierras marinas donde se oculta el alma.

Sitios sagrados y esotéricos que con el simple hecho de poner el pie descalzo sobre la arena de la playa, apoyar la mano sobre un acantilado o escuchar el silbo y las vibraciones del viento, nos permiten acceder a la dimensión sacra que todo hombre lleva consigo: el pálpito del corazón de las olas, el canto del agua, la voz de la palabra muda -hoy recuperada por Alvarez del Busto-, son vehículos que nos transportan -entre el silencio y la meditación- a centros de energía y mundos mágicos insospechados donde fluyó la vida; donde el espíritu se eleva a lo más alto; donde la esencia del dolor solloza en carne viva y donde las estrofas de todas las "amuravelas" siguen presentes.

No todos somos capaces de atisbar ese momento encantado -para eso están los elegidos como Juan Luis y Ánxelu- pero sí acercarnos a esos sitios mágicos; cerrar los ojos, recogerse en el silente vaho que despide la mar y los efluvios de su linfa sonora para escuchar el latido de aquel mensaje perdido entre las ondas de la alborada o la noche de los tiempos. Luego, en el más quieto silencio, con voluntad, paciencia y esperanza aguardar que la fantasía haga el resto, al tiempo que nos volvemos protagonistas de los relatos, cuentos y leyendas que Juan Luis Alvarez del Busto recoge con sentimiento y cálamo bien tajado. O aquel otro suceso nunca narrado: el hálito amargo del pecho del ahogado; el canto de la sirena barada en la Ribera; la balada de la Xana de Fonfría solicitando el amor de un pescador; el delfín que se hizo amigo del Cuélebre...

Juan Luis Alvarez del Busto ha escrito muchos libros y otros tantos que le quedan en el tintero. Hace unos seis años, nos obsequió con la evocación gráfica de su " Cudillero en el recuerdo" . Fue aquel álbum, la estampa viva a través de sus fotos. Hoy, "Cudillero mágico" son los pies generosos y de esmerada literatura los que ilustran y dan vida, a través de la palabra, a cada una de aquellas secuencias. Así, en armónica simbiosis ambos trabajos se engarzan como dos olas de la mar.

Celso Peyroux . Teverga, otoño de 2004