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La fiesta de Cueiro
A LA BÚSQUEDA DE LA ASTURIAS PROFUNDA
Nun pudía sere. Nun me cabía na tiesta que la rumería más guapa ya prefeicha de toda la redonda s´escaeciera cumu las fuechas de l´ablanu na seronda. La fiesta qu´avenayá foy la feria más viecha de Las Asturias d´Uvieu. Nun pudía sere ya de feichu nun foy. Fonon dous añus tan tsargus cumu lus piértigus d´un carru del pais d´aquetsos que berraba na may lus güeis tiraban d´él ya güey que tan medio esbaldronáus debaxu l´hurru.
Cueiro morró n´este tieumpu ya cuandu tsegaba el día la fiesta ya na campera nun había nin bitsouriciu nin xarana, ni voladores, nin xente tirando d´una soga, nin caballos a galope po la Veiga, baltiábaseme l´alma cumu un raitán engarabíu nuna xelada de xineiro.
He querido comenzar este breve pregón como siempre se hizo, o casi siempre: es decir en la lengua materna que hablaron nuestros padres y abuelos y que estamos obligados a transmitir, lo que de ella nos queda, a los que vienen detrás. Un pueblo sin su lengua vernácula ha perdido su identidad, porque no os olvidéis que la palabra es el don más grande que la naturaleza nos ha dado con la misión de hacernos entender para la paz y la convivencia. Así y todo, ya véis cuán ardua y difícil resulta la vida con nuestros semejantes por falta de tolerancia, de comunicación y de respeto.
Sí. Ha vuelto Cueiro y espero que dure muchos años y si esa esperanza se cumpliera, esto querrá decir que todos hemos puesto mucho de nuestra parte. Estamos una vez más en esta campera gracias a los esfuerzos y generosidad de unos pocos -sin duda alguna, tendrían que ser más- que viendo como se pierde, poco a poco, la Asturias profunda, han sacado fuerzas de flaqueza para que al lado de la Calzada Romana volvamos a encontrarnos para pasar una jornada alegre.
Por este Camino Real ha pasado tanta Historia que las nuevas generaciones nunca nos perdonarían que nuestras costumbres, lengua y folklore dejaran por desidia de seguir formando parte de esta Historia. Porque el pueblo que pierde la memoria de la Historia está obligado a repetirla y el solar que se aleja de sus raíces es como una pumarada seca; no da frutos ni sombra. Un pueblo que ha olvidado su pasado es una tierra yerma donde no brota el pan.
Dicen las crónicas bíblicas que es menenster honrar a nuestros padres. Pues sí. Y no les falta razón porque ellos han sido nuestras raíces, nosotros somos el tronco y entre las ramas están las semillas para las nuevas generaciones. Así, es de biennacidos continuar las tradiciones paternas; el sabio legado que nos han dejado, para luego pasarlo a los jóvenes del futuro.
Y las raíces de estos pueblos están aquí, en estos altos pastizales y por ende estamos obligados a recuperar, para ser honestos con nuestros padres, a reconstruir y a divulgar el mensaje que hay entre las piedras de esta senda y de otras que conducen a la verdad, desde hace tantos siglos, cuya memoria se pierde en la noche de los tiempos.
Cueiro -tenedlo siempre presente- es un lugar mágico, donde a poco de poner las manos sobre el suelo y atento el oído se oyen los clamores de la tierra y el hálito de un corazón aún lleno de vida y de vibraciones del pasado.
Tenemos que recuperar el tiempo perdido y con el esfuerzo de todos rescatar esa esencia de Asturias de la que os he hablado. Buena es la intención por vuestra parte de subir a la campera y participar en algunas de las actividades que en ella se desarrollan. Pero no es suficiente.
Tenemos que enseñar a la gente menuda una buena parte de todo cuanto hemos aprendido en nuestros valles: sus costumbres ancestrales, el amor a la tierra de los ancianos y que nombres y quehaceres cotidianos los tengan siempre a mano y sea para ellos un orgullo pronunciarlos y desarrollarlos: la vuelta a pañar el pan de escanda, a mesoriar, a pilucar y a llevarlo al ravil; a mucir las vacas: a saber distinguir cuando anda tora, manía, da el preñau o quedó entelada por una fartura de alcacer.
En tiempos de hierba: a cabruñar y afilar el gadañu y sobre todo a nun cartiálu. A esmarayar con esparbas, a pañar la yerba con garabatus y forcones, para más tarde entsuriar, metela en el pachar, faer varas y luego a esmesala sin que se pierda un filo. A faer la sidra y a recoger el maiz panocha a panocha para luego enriestralas en la esfoyaza y después sacarlas al corredor de la casa o a las barandillas del hórreo para que el sol y el viento les de el color y la sazón.
Y aun hay más cosas: la matanza del gochu, andar a castañas con las murgazas, saber hacer cibietsas, esparbas, forcadas de gomeros, mesorias, cachapus, maniegos, goxas y hasta madreñas si nos empeñamos.
Todo esto, amigos, es parte del patrimonio de una Asturias que vamos perdiendo y que bien podria armonizarse con los nuevos tiempos de la fibra óptica, internet y las consolas.
Ya istu sí qu´agora acabóuse. Volvóu alitar la fiesta. Eiquí tamus todus outra vez mecíus: mucheres ya homes, nenos ya nenas. Güey ya día de fiesta: vamus baitsare, reire, cumere ya dar brincos cumu las moseas ya lus robezos debaxu lus piornos o nu cimeiru la pena .
Ya vus lu dixe fay abondo tiempu: Cueiru ya cumu un hurru sufitau pur cuatru pegotsos: unu ta en Grau, l´outru en Balmonte, outru en Somieu y´al que falta en Teberga. Si unu d´etsos rabila, l´hurru esclícase da´l baltu ya esbaldrónase nel medio la caleicha. Asina que ya lu sabéis. Tenemos que sufitalu ente todus. Hay que puxar pur Cueiro ya Pur lu que ia de nuesu. Agora las gracias tan bonas de dar ya que nunca la manu vus duela.
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