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"Toda lectura que no nos lleva a escribir
es una lectura a la que falta algo....
Sólo cuando escribas te darás realmente cuenta
de si has comprendido lo que lees,
lo que piensas y lo que sientes"
(Victor Moreno)

.

Leer y escribir
con los 5 sentidos

por Xulio Concepción Suárez.

En los últimos tiempos se viene insistiendo, ciertamente, en que hay que leer y leer mucho: y ello lo mismo entre los más pequeños que entre los medianos y mayores. Numerosas frases lo confirman: "más libros, más libres", "soy lo que he leído "... Y tantas otras. Pero también hay frases que destacan oportunamente la otra cara de la moneda: "saber leer es saber andar; saber escribir es saber ascender".

Habría que concluir que tendríamos que equilibrar, por lo menos, la balanza: 50%, leer; 50%, escribir. Con las tecnologías del ordenata, la caligrafía no va a mejorar aquella letra del palillero antiguo y la libreta de rayas. Pero sí ha de crecer el estímulo personal por leer y escribir con más gusto: el placer de la lectura y de la escritura a la par, que tanto florece ahora como título de tantas cosas (Animación a la lectura, Dinamización de la lectura, Plan lector, Plan de lectura...).

O en el informe PISA (Programme for International Student Assessorement). Programa para el asesoramiento internacional del estudiante, según el cual, el nivel de comprensión lectora de nuestros adolescentes está por debajo de la media internacional, especialmente en algunas regiones peninsulares. Se lee poco, se escibe regular, se comprende con dificultad, se investiga menos. Son estadísticas, pero algo habrá... Habría que desarrollar más el gusto por estas cosas.

"La metáfora nace cuando se unen dos palabras
-tiempo y río,
en los conocidos versos de Manrique-.
Primero pensamos en el fluir del río,
en el agua que corre,
y luego caemos en la cuenta
de que nosotros mismos somos el río,
tan fugitivos como el río".
(Servando Cano Lorenzo).

Sería una doble actividad complementaria, simétrica, creativa en los dos casos, lúdica, verdaderamente productiva lo mismo para los más pequeños, que para los medianos, o para los mismos abuelos con tanto tiempo libre, y con tantas experiencias vividas (sabiduría, para ser exactos).

Una inestimable terapia ocupacional gratis y al alcance de todos. La oportunidad de crear algo ya desde la luz del alba. Y, además, como diría Lazarillo: "pues podría ser que alguno que las lea halle algo que le agrade y a los que no ahondaren tanto los deleyte".

Pues, así en principio, sin demasiadas pretensiones de notoriedad, la cosa podría resultar más sencilla de lo que parece: "escribo como hablo" -decía Juan de Valdés. Es decir, tanto para leer como para escribir, no tengo más que situarme en el entorno de cada situación concreta: sobre las páginas abiertas en el gran libro del paisaje; o en el gran paisaje que se abre sobre las páginas de un libro.

Pensemos en cualquier texto de Garcilaso, Machado, J. R. Jiménez, Azorín, Delibes, Julio Llamazares, Ruiz Zafón.... Al tiempo que vamos leyendo, caminamos sobre el paisaje que levantamos en la lectura página tras página. Incluso vamos cambiando de paisaje a lo largo de la obra.

"¿Por qué murmuras, arroyo?
¿y tú, flauta, por qué cantas?
¿Qué bocas duermen en la
sombra del aire y del agua?".

(Juan Ramón Jiménez).

El paisaje geográfico contemplado, en fin, es un tejido de sensaciones: colores, formas, sonidos, sabores, tersuras... Y el texto de cualquier libro no deja de producir un paisaje semejante, a poco que vayamos tejiendo las palabras y sensaciones seleccionadas por el autor. Sirva este ejemplo precioso para la motivación y las ideas a la hora de buscar temas sobre los que escribir, cuando no se nos ocurran otros.

"La naturaleza ofrece todo tipo de presentes
capaces de complacer los cinco sentidos:
el mar puede saborearse a través del salitre
que queda pegado en el paladar,
el bosque puede llevarse a casa evocando
el perfume del enebro,
el ronroneo del gato puede convertirse
en una dulce nana,
el atercipelado tacto de las hojas del bejeque
ayuda a relajarse,
y la silenciosa caída de la última hoja de un árbol ya desnudo
se convierte en un espectáculo minimalista"

(Mónica Artigas, Álex Barnet y amigos)

Ese gran tejido verbal de la creatividad como lector y como escritor: ese gran juego que vamos adquiriendo desde los primeros años, y que bien podría recrearnos hasta que la vista nos abandonara finalmente agotada por la edad. Crear un texto es crear un paisaje: pintarlo con palabras. Hasta el dibujo aparece muy nítido en muchos casos: lo saben bien los lectores dibujantes (o los dibujantes lectores).

(en primavera otra vez)

"Ahora mismo evoco la fugacidad
de un rayo de luna en la escalera,
el olor de los jazmines de Granada,
un roce delicado de la piel..."

(Pilar Varela)

Escribir (describir, narrar, contar, dialogar...) resulta así el juego más creativo de los cinco sentidos sincronizados en el lenguaje. Y los datos, al alcance de todos y de todas: cada uno y cada una es el protagonista principal de lo que escribe. Como a sí mismo uno/a se conoce bien, no ha de faltarle de qué escribir. Fue el objeto de todos los géneros literarios en cualquier tiempo.

"¡Mi amado, las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos;
la noche sosegada,
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora...!"
(San Juan de la Cruz)

Y si nos diera por novelar, el truco de todos los autores desde tiempo inmemorial también: el cambio de los nombres personales, de los nombres de lugar... La tranformación de lo conocido y trillado en lo extraño y novedoso. Y nadie me reconcerá ya. Una autobiografía bien disimulada, tan sencilla como práctica; tan real como virtual. Tan común, como fantástica. El juego inmemorial de las palabras.

Unas cuantas actividades sobre el tema:
Ver Didáctica del paisaje

O los manuscritos (a puñu y letra con pluma o boli) de los vecinos y vecinas de los pueblos de Lena hace unos meses publicado: L.lena fala.

"Redactar es la otra cara de la moneda, porque pone las cosas en su sitio y nos baja a la tierra recordando que el latín redactare significaba 'ordenar'; o sea que cuando redactamos o escribimos algo en realidad ordenamos ideas dispersas, ponemos en fila india una palabra tras otra, otorgamos prioridades, transformamos pensamientos en vocablos que exigen un orden y un concierto, como una orquesta de instrumentos dispares exige una partitura y unas pautas para adquirir un sentido completo" (Fernando Beltrán)..

Muchos ensayos y una amplia bibliografía sobre el tema insisten cada día más en que hay que leer, pero también hay que escribir, de pequeños y de mayores. A modo de ejemplo, sirvan algunos. Del libro Leer con los cinco sentidos, Víctor Moreno. Colección de Pedagogía, nº 5. Editorial Pamiela, 2004:

"Siempre se ha dicho que en las actividades complejas que hacemos es necesario poner los cinco sentidos para no incurrir en la inconsciencia, en la chapuza y en la negligencia más ruinosa. Pero una cosa es decirlo y otra bien distinta es ponerla en práctica. Leer es, sin duda alguna, una actividad muy compleja. Mucho más que escribir, desde luego.

De ahí que, al enfrentarnos con un libro, requiramos la concitación de los cinco sentidos. El problema práctico radica en saber con cierta proximidad qué es lo que se puede hacer realmente con la vista, con el oído, con el olfato, con el gusto y con el tacto, mientras leemos. ¿Lo sabemos?

El presente libro es, precisamente, eso: una originalísima invitación a afrontar la lectura de un libro poniendo en movimiento cada uno de los cinco sentidos , dando trato especial a los considerados como menos nobles, el gusto, el olfato y el tacto. El cúmulo de actividades que el autor propone, partiendo de ellos, es, además de original y divertido, un ejercicio intelectual tan riguroso como despejar incógnitas de segundo grado.

En el fondo, lo que el libro sugiere y afirma es que leer es un acto de la sensibilidad compleja del individuo y, por tanto, lo que de verdad educa la lectura, más que improbables valores transcendentales, es la sensibilidad artística de cada persona, sin la cual, el ser humano deja demasiado al descubierto su mediocridad y, posiblemente, su falta de ética".

Victor Moreno.

"Leer, leer, leer..."
por Miguel de Unamuno

"Leer, leer, leer, vivir la vida
que otros soñaron.

Leer, leer, leer, el alma olvida
las cosas que pasaron.

Se quedan las que se quedan, las ficciones,
las flores de la pluma,
las olas, las humanas emociones,
el poso de la espuma.

Leer, leer, leer, ¿seré lectura
mañana también yo?

¿Seré mi creador, mi criatura,
seré lo que pasó?"

Escribir con los 5 sentidos.

"¿Aprendes, flauta, del pájaro?
¿o es el viento entre las cañas?
¿Qué idilio pasó una tarde
por la vega verde y plácida?".

(Juan Ramón Jiménez).

Del libro Diccionario de escritura .
Víctor Moreno.
Colección de Pedagogía nº 6
Editorial Pamiela, 2005

"En estos tiempos en que vivimos, se podría deducir que el gran déficit del sistema educativo es la lectura. Pues no hay departamento de educación de cualquier comunidad autónoma que no esté preparando su particular plan de lectura. Consideran, creo que ingenuamente, que, una vez puesto en práctica dicho plan, la mayoría de los problemas generales del aprendizaje, que asolan a los alumnos y llenan de vergüenza a los gobiernos, se solucionarán como por ensalmo.

Pues bien, aun considerando y juzgando en su justa medida la importancia capital que tiene el desarrollo de la competencia lectora de un niño o de un adulto en su formación intelectual y ciudadana, cabe apuntar como verdad indiscutible que el verdadero déficit del sistema educativo es, en realidad, la escritura. Y que se trata de un déficit no de hoy, ni de ayer, sino que bien puede calificarse de histórico.

Se podrá decir más alto, pero no con más claridad: en las escuelas y en los institutos de este país no se ha escrito jamás. Por tanto, no es de extrañar que la mayoría del personal sea ágrafo, incluso gran parte del profesorado que imparte clases de lengua y de literatura.

El alumnado de hoy no es que escriba bien, regular o mal. Es muchísimo peor: no escribe. Se trata de una deficiencia educativa estructural que afecta, que viene afectando desde antiguo, a las escuelas, a los institutos y, también, a las universidades. El alumnado pasa su periplo curricular lingüístico sin escribir un sintagma, excepto en épocas de exámenes, cuya técnica escrita tampoco se enseña, sino que se aprende autónoma y autóctonamente a base de suspender.

Cuando hablo de escribir me estoy refiriendo a un acto consciente, bien planificado, y cuya escritura será el resultado de responder a un por qué, a un para qué y a un cómo, establecidos previa y analíticamente. Porque saber escribir de este modo reflexivo exige saber muchas cosas. No es un acto espontáneo, sino fruto de unos cuantos saberes que es necesario poner en práctica.

Este saber escribir, que es un saber procedimental, por tanto que sabe hacer con las palabras narraciones, exposiciones y argumentaciones, es fundamental en el aprendizaje y en la formación lingüística y literaria. Si el alumnado no es consciente de por qué y para qué escribir, todo lo que haga en este sentido será papel mojado.

Lo mismo cabe decir de todas esas propuestas de escritura que llevan el glorioso marbete de "tema libre", y que no tienen nada de tema, y menos de libre. La mejor manera de que los alumnos no escriban bien es dejarles que escriban a su aire, como quieran y lo que quieran.

Todo lo que se hace sin una intención determinada es una pérdida de tiempo y, desde luego, no forma al individuo, a no ser que cultivar el aburrimiento en edades tan tempranas sea considerada una obra de enseñanza la mar de caritativa y de suma utilidad para su futuro de adulto.

"Que no hagan callo las cosas, ni en el alma ni en el cuerpo
Pasar por todo de una vez, una vez solo y ligero
ligero siempre ligero.
Sensibles a todo viento
y bajo todos los cielos .
Poetas... nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros".
(León Felipe)

Sin embargo, todo texto, por muy breve que sea, ha de estar previamente planificado y desarrollado de acuerdo con unas premisas de rigor, derivado de la coherencia, de la cohesión, de la adecuación y de la corrección, que exige la dignidad de cualquier texto. En principio, no se trataría de escribir literariamente, sino de escribir bien.

Todo ello significa que escribir se puede enseñar y aprender. Por cierto, una tarea mucho más fácil de llevar adelante que, pongo por caso, hacer buenos lectores. Pues leer sigue siendo una actividad muy compleja. Mucho más compleja que escribir. Y si es leer bien, entonces la complejidad es sobresaliente con exponencial al cubo.

El profesorado sigue considerando que enseñar a leer es más fácil que enseñar a escribir, y este prejuicio constituye una de las causas por la que la formación lingüística y literaria del alumnado siga siendo tan nefasta, como aseguraba Pisa, y seguirá proclamándolo en el próximo lustro.

En este contexto, el Diccionario de Escritura. Reflexiones y técnicas, pretende ser, además de una llamada de atención sobre el descuido institucional acerca de las prácticas de escritura, un instrumento amable, una ayuda auxiliar coyuntural, tanto desde el punto de vista de la reflexión como del uso de técnicas útiles y variadas. Y lo es para todos aquellos, padres y profesores, que consideren que enseñar a escribir, como actividad consciente y procedimental, es posible.

En concreto, tanto el profesorado como el aprendiz de escritor encontrará en este Diccionario, no la solución a sus problemas de escritura que eso sería muy arrogante decir, pero sí sugerencias, ideas, reflexiones de cómo afrontarlos.

Además de ello, podrá encontrar, no sólo la descripción de algunos de los mecanismos tradicionales de creación literaria más famosos lipogramas, metagramas, anagramas, univocalismos, vesres, técnica de la inversión, logogramas, juegos de homosintaxismos-, sino mucha reflexión literaria, entre irónica, divertida y nada dogmática, debida a algunos escritores, como Benn, Kiss, Hesse, Bioy Casares, Monterroso, Genette y un largo etcétera que me ahorro de mentar.

Lo dicho: nada como la escritura para solucionar los problemas de la educación, formación literaria y lingüística del alumnado. Más aún: el mejor sistema para resolver los problemas de lectura sigue siendo la escritura".

Victor Moreno.

Decálogo del escritor
Victor Moreno

Primero. Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.

Segundo. No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mu­cho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazio para la posteridad, en la cual, sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad hace justicia.

Tercero. En ninguna circunstancia olvides el célebre dictum: en literatura no hay nada escrito.

Cuarto. Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribirás nada con cincuenta palabras.

Quinto. Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercitate de día y de noche.

Sexto. Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión,o la pobreza;el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita, pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como BIoy.

Séptimo. No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.

Octavo. Fórmate un público inteligente,que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la com­prensión ni el estímulo, que emana de esas dos únicas fuentes.

Noveno. Cree en ti, pero no tanto; duda de ti. pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.

DécimoTrata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.

Undécimo. No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.

Duodécimo. Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado.

La lectura se hace, no se dice.
Victor Moreno
Cénlit Ediciones 2006.
Estella. Navarra

Cuadernos de actividades.

  • Recordar y reconocer (I).
  • Recordar y reconocer (II)
  • Interpretar (I)
  • Interpretar (II)
  • Valorar (I)
  • Valorar (II) .

Estrategias de lectura:

Antes de leer:

  • fíjate en el título: es siempre significativo, te ofrecerá gran cantidad de información; puede ser el resumen mínimo del desarrollo del libro;
  • recuerda historias pasadas relacionadas.

Durante la lectura:

  • aprecia todos los detalles;
  • pregunta las dudas;
  • investiga palabras, frases, fragmentos, referencias literarias, referencias históricas, ideas, expresiones metafóricas...
  • memoriza detalles que van pasando, desarrolla la imaginación.

Después de leer:

  • responde a las preguntas planteadas;
  • valora lo que pasa en el cuento;
  • qué se dice, cómo se dice, quién lo dice...
  • qué te sugiere en cuanto a ideas, sentimientos...
  • qué deduces del carácter de los personajes, sus comportamientos...
  • termina con un texto escrito personal: algo relacionado con el contenido;
  • lee tu escrito a los compeñeros y pídeles una opinión.

"El temporal fue unánime
y aborrecible a las miradas fue el mundo,
pero cuando un arco bendijo
con los colores del perdón la tarde,
y un olor a tierra mojada
alentó los jardines,
nos echamos a caminar por las calles
como por una recuperada heredad,
y en los cristales hubo generosidades de sol
y en las hojas lucientes
dijo su trémula inmortalidad el estío"
(Jorge Luis Borges)

Pasar a Escribir para sentirse bien (I)

"Tú vives siempre en tus actos.
Con la punta de los dedos
pulsas el mundo, le arrancas
auroras, triunfos, colores,
alegrías: es tu música.
La vida es lo que tocas"

(Pedro Salinas)

El goce que sentimos...
Francisco Giner de los Ríos

"El goce que sentimos al hallarnos en medio del campo, al aire libre, verdaderamente libre (...) no es solo de la vista, sino que toman parte de él todos nuestros sentidos. La temperatura del ambiente, la presión del aura primaveral sobre el rostro, el olor de las plantas y las flores, los ruidos del agua, las hojas y los pájaros, el sentimiento y conciencia de la agilidad de nuestros músculos... Aun reduciendo el paisaje a una perspectiva y su percepción a la mera contemplación visual, es incalculable el mundo de factores que intervienen para constituirla; tantos como fuerzas, seres y productos despliega la Naturaleza ante nuestros ojos: la tierra y el agua en sus formas; el mundo vegetal con sus tipos, figuras y colores; la atmósfera con sus celajes; el hombre con su obra; los animales y hasta el cielo con sus astros y el juego de tintas, luces y sombras que matizan diversamente el cuadro a cada hora del día y de la noche".

La aldea perdida
Armando Palacio Valdés

"¡Sí, yo también nací y viví en Arcadia! También supe lo que era caminar en la santa inocencia del corazón entre arboledas umbrías, bañarme en los arroyos cristalinos, hollar con mis pies una alfombra siempre verde. Por la mañana el rocío dejaba brillantes gotas sobre mis cabellos; al mediodía el sol tostaba mi rostro; por la tarde, cuando el crepúsculo descendía de lo alto del cielo, tornaba al hogar por el sendero de la montaña y el disco azulado de la luna alumbra ba mis pasos. Sonaban las esquilas del ganado, mugían los terneros; detrás del rebaño marchábamos rapaces y rapazas cantando a coro un antiguo romance. Todo en la tierra era reposo; en el aire, todo amor. Al llegar a la aldea, mi padre me recibía con un beso. El fuego chisporroteaba alegremente; la cena humeaba; una vieja servidora narraba después la historia de alguna doncella encantada, y yo que daba dulcemente dormido sobre el regazo de mi madre.

La Arcadia ya no existe. Huyó la dicha y la inocencia de aquel valle. ¡Tan lejano! ¡Tan escondido rinconcito mío! Y, sin embargo, te vieron algunos hombres sedientos de riqueza. Armados de piqueta cayeron sobre ti y desgarraron tu seno virginal y profanaron tu belleza inmaculada. ¡Oh, si hubieras podido huir de ellos como el almizclero del cazador, dejando en sus manos tu tesoro!

Muchos días, muchos años hace que camino lejos de ti, pero tu recuerdo vive y vivirá siempre conmigo. ¡Y aún no te he cantado, hermosa tierra donde vi por primera vez la luz del día! Mi musa circuló ya caprichosa y errante por todo el ámbito de nuestra patria. Navegó entre rugientes tempestades por el océano; paseó entre naranjos por la playas de Levante; subió las escaleras de los palacios y se sentó a la mesa de los poderosos; bajó a las cabañas de los pobres y compartió su pan amasado con lágrimas; se estremeció de amor por las noches bajo la reja andaluza; elevó plegarias al Altísimo en el silencio de los claustros; cantó enronquecida y frenética en las zambras.

¡Y aún no ha cantado a los héroes de mi infancia! ¡Aún no te he cantado, magnánimo Nolo! ¡Ni a ti, intrépido Celso! ¡Ni a ti, ingenioso Quina! ¡Aún no ha caído a tus pies, bella Demetria, la flor más espléndida que brotó de los campos de mi tierra! Hora es de hacerla antes que la parca siegue mi garganta.

Viajero, si algún día escalas las montañas de Asturias y tropiezas con la tumba del poeta, deja sobre ella una rama de madreselva. Así Dios te bendiga y guíe tus pasos con felicidad por el Principado.

Y vosotras, sagradas musas, vosotras a quienes rendí toda la vida culto fervoroso y desinteresado, asistidme una vez más. Coronad mis sienes que ya blanquean con el laurel y el mirlo de vuestros elegidos, y que este mi último canto sea el más suave de todos. Haced, musas celestes, que suene grato en el oído de los hombres y que, permitiéndoles olvidar un momento sus cuidados, les ayude a soportar la pesadumbre de la vida".

Tino Pertierra:
El espía

Publicado en
La Nueva España
19/10/2009

«El escritor», dijo, «es, entre otras muchas profesiones de riesgo, un espía, y como tal debe comportarse sin rubor, ni mala conciencia ni más abstinencia que la exigida por un irrenunciable respeto a la intimidad ajena. Primero debéis conectar las antenas, elegir a unos desconocidos con los que os crucéis y escuchar lo que dicen. Sin apuntar: hay que darle musculatura a la memoria de corto alcance. Y después, volcarlo en el papel, intentando respetar el tono, las muletillas, la música de la voz ajena. No se trata de inventar lo que otros podrían decir, sino de trasladar lo más fielmente posible lo que dicen. Después, quiero que elijáis un lugar al que vayáis o por el que transitéis habitualmente: una parada de autobús, una cafetería, la oficina, el aula, la panadería, el súper, el tren, el banco... Sacáis la libreta y apuntáis lo que veis, lo que oís, lo que oléis, lo que sentís: los colores, los materiales, las texturas, la iluminación, el polvo, la ropa de la gente, la piel de la gente, sus tics, sus voces, sus miradas... ¡Los sonidos! Con los cinco sentidos en estado de alerta, miráis con otros ojos un paisaje habitual, unos rostros a los que no soléis prestar atención. Hay muchos gérmenes de historias ahí, pero de momento lo que interesa es acumular información, como si fuerais cámaras de seguridad que registran desapasionadamente lo que capturan. Ver, escuchar, tocar, oler, saborear incluso en determinados casos. Sentir: para escribir primero hay que sentir. Y por último haréis zoom con la mirada a una persona. Alguien a quien estéis tan acostumbrados a ver que ya no os fijéis en él. Puede ser un familiar, un amigo, un compañero, un viajero de autobús, un vecino, un profesor... Se trata de retratarlo en lo que os llame la atención: su vestimenta, su piel, su mirada, sus gestos, su voz, sus arrugas o sus lunares, su forma de caminar, su dentadura... Sois espías. No lo olvidéis».

Texto de
Fulgencio Argüelles:
A la sombra de los abedules.

"Flaino vivía rodeado de libros que copiaba, traducía e interpretaba. Eran frecuentes sus paseos por los caminos del monte en busca de los conoci­ mientos que él aseguraba que salían de las cosas. Estu­ diaba las piedras, sus contornos y su naturaleza, y obser­vaba a los animales del aire y a los de la tierra, perseguía con celo sus rastros y analizaba su desarrollo, sus movi­ mientos y las formas que tenían de reproducirse y de mo­ rir. Recogía plantas que iba nombrando y clasificando para, a través de disecciones y maceraciones, determinar sus propiedades curativas o los efectos de su ingestión. Para el monje Flaino, mi maestro, cualquier cosa que hu­ biera en el mundo constituía un signo prodigioso capaz de explicar la naturaleza de Dios, del hombre y del alma"

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