Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

Etiquetas, tags: toponimia, sentidos, sensaciones,
sentimientos, lenguaje habitado, metafórico

"Vivir en las palabras... La vida es un recorrido a pie con las palabras que llevas puestas... Andando con tus palabras miras, ves y respondes al mundo que te rodea. La palabra es un lugar, un espacio ocupado y por ocupar por tus acciones..., según la forma que quieras dar a esa habitabilidad"
(Luis Castellanos)


El imprescindible coloquio inicial con los nativos del paisaje, antes de iniciar cualquier ruta

El paisaje con los cinco sentidos
en toponimia:
miradas, sonidos, aromas...,
sensaciones de quien contempla,
o de quien va de paso.
El lenguaje habitado en las palabras del suelo.

Algunos de estos esquemas
ya fueron publicados en el libro:
Paisaje y toponimia. Materiales didácticos de aula.

(Xulio Concepción Suárez
y varios autores/as en colaboración)
Grupo de trabajo dirigido
por Benjamín Méndez.
Edita Consejería de Educación y Ciencia.
Centro del Profesorado
y de Recursos del Nor-Occidente.
CPR de Luarca. 2007.


El saber compartido: cada una haciendo su recuento de novedades en equipo

A) Bastante más allá de aquellas ventanas del aula

a) La importancia de los sentidos más diversos en el lenguaje toponímico de las montañas, sobre todo

Como una práctica más en esas lecturas que practicamos a diario con palabras, a poco que miremos tras las ventanas de un aula, podemos seguir leyendo páginas y páginas de unos mismos contenidos por materias, pero más allá de libros, enciclopedias, wikipedia y ordenatas.

Al otro lado de las ventanas de un aula, podemos seguir descubriendo raíces de palabras, morfemas gramaticales o geográficos, clases de botánica, zoología, geología, arqueología, religión, música, historia...; descubriendo homonimias, sinonimias, antonimias...; metáforas, sinécdoques, metonimias...; connotaciones, denotaciones..., en las palabras toponímicas también. O aplicando al paisaje recursos matemáticos, geométricos, artísticos, musicales, informáticos, multimedia...

Y ello comenzando por con los recursos que llevamos a mano: viendo, escuchando, saboreando, tanteando..., los detalles que vamos encontrando; alturas del terreno, manantiales, bisbiteras, frutos silvestres, ermitas, poblados o despoblados...; palabras del terreno interpretadas a su modo por los lugareños.

Podemos seguir leyendo, interpretando, disfrutando bastante más allá de las ventanas de un aula: de una (j)aula..., de aquellas, donde colgaba el famosu cartelín a la puerta, ingeniáu por el graciosu o la graciosa de turnu. Pero ahora en serio: ni aula, ni jaula...; a campu abiertu.

Porque se puede hablar de muchos tipos de paisajes según las lecturas de cada uno y cada una; según los sentidos y sentimientos que pongamos al caminar sobre un paraje en cada ruta; según nuestros códigos personales, según el desarrollo de nuestros cinco sentidos. Siempre habrá una jerarquía de prioridades, por supuesto, pero el resultado será parecido: la comprensión, el uso y disfrute del espacio que vamos pisando y pasando por la ciudad o por el campo de turno.


El murmullo del hayedo bajo las chirucas al ritmo de mochilas y bastones

b) Pero con una anotación previa inevitable: la posible interpretación popular

Una vez más, la imaginación en el lenguaje de los nativos; pues unos cuantos topónimos asociados a cualquiera de los sentidos sólo suponen la traducción, actualización, lectura, explicación..., de un topónimo anterior asociado a un sentido o sensación de los pobladores del paraje. Podríamos poner muchos ejemplos.

Sirva uno al azar: los quirosanos llaman El Reigustio, con muy buen criterio, al poblado de Bárzana a la falda del Aramo, sobre un estrechamiento del arroyo que fluye a sus pies; tal vez, por algo habrían asociado la voz gusto, o la de angustia..., a partir del simple angosto (estrecho) para describir con precisión el poblado en contraste con el estrechamiento del paraje bajo el lugar; es decir, de un primer 'río estrecho, angosto', se llegaría al nombre actual.

O a partir de la voz bustio, bustiu (la combustión del bosque y el matorral para hacer pastos, sembrados), pues algunos dicen El Rebustio, convertida, reforzada, la bilabial en gutural; tal vez, por esa connotación de algún gusto imaginado, estar a gusto; como en tantos casos asturianos de interpretaciones parecidas.

Lo mismo que en tantos otros topónimos asociados a los sentidos, pero con otro mucho menos imaginativo en sus comienzos: Peña la Dulce, La Fuente los Enamoraos, La Fuente'l Beso, El Puente'l Beso, La Sorda, Valdiciego, La Vega'l Ciegu, Cabeza Llorosos, El Cantu l'Home, L'Homón de Faro, El Picu'l Paisano, El Vatse la Muyerona, Juan Roble, Junfría, La Cuaña la Mucher, El Pozu las Muyeres Muertas, La Juenti la Vergüenza, Tresmialma, Confesendi... Y similares.

Todo un precioso lenguaje toponímico, un imprescindible documento oral etnográfico, etnolingüístico, etnogeográfico, etnorreligioso..., pero que es preciso leer despacio sobre el terreno; y sobre todo, pisarlo escuchando a los nativos.

c) Para una lectura completa, interactiva: paisaje y paisanaje; pasajeros y paisajeros

En fin, para una lectura multióptica, con todos los sentidos, de paso por un paisaje, escucharemos a los verdaderos protagonistas que se fueron sucediendo sobre él con los siglos: los paisanos y paisanas que lo fueron usando, transformando, cuidando o abandonando según los tiempos; pero, en todo caso, el paisaje que contemplamos es el espejo en el que podemos ir calculando todas esas acciones locales sobre el terreno. Y las acciones externas, económicas, industriales, políticas, politizadas..., tantas veces. Muchos agentes para un mismo paisaje contemplado hoy mismo, en pleno milenium.

Porque, en realidad, somos pasajeros, caminantes, viajeros..., asentados o más o menos ocasionales, pero que vamos dejando huellas sobre el terreno: sendas, excavaciones, edificios, industrias, basureros, incendios... No por casualidad, los xabalinos, los llobos, los osos..., cruzan calles, carreteras, autopistas, al lado de los vehículos: forman parte del paisaje; unas políticas despectivas con los ganaderos, agricultores..., fueron llevando a este paisaje: el desecho d elos productos locales y el auge de los importados, al margen de calidades y precios.

En definitiva, el estudio de un paisaje implicaría la función del paisajero: el que siente el paisaje en todas sus dimensiones. Hasta se habla hoy del paisaje subterráneo: todo ese conjunto de recursos que no vemos en superficie, si no nos detenemos a sentirlo, escucharlo bajo los pies; las cuevas misteriosas, las grietas de las peñas; el murmullo de las aguas subterráneas; los manantiales que brotan en las fuentes donde bebemos; las madrigueras de los animales; las explotaciones mineras...

Todo un lenguaje multióptico también a nuestros pies, aunque no lo veamos directamente. Porque hasta hay un paisaje subacuático, marino o terrestre, caso de los llagos y llagunas en las montañas. O un paisaje celeste: el arco iris, el cielo deslumbrante un día de rayos y tormentas. Mucho que decir tendrían, con todo este lenguaje de paso, los paisajeros y paisajeras que se detuvieran un poco en la andadura. El placer completo del paisaje entre el suelo, el subsuelo y el cielo.

B) A modo de un ejemplo cualquiera: las palabras toponímicas, el lenguaje sensorial entre el suelo y el cielo

los sentidos al paso por las sendas, las andaduras el paisaje, los suelos, el terreno topónimos a modo de ejemplos relacionados
la vista,
la mirada del paisaje

formas
dimensiones
movimientos
alturas
valles
angosturas
cuevas
panoramas
colores
tonos
impresiones
sensaciones

Buenavista
Miravalles,
Montalegre,
Vistalegre
La Florida
El Tiatordos
La Fermosa,
La Garganta del Cares

La Jermosa
La Foiz,
Les Foces
La Congosta
Cuarmada
Cosagre
Cueva Huerta
El Vatse Angosto,
Angoyo,
La Rasa, El Rasón
Los Güeyos del Jungumia
El Güiyu l'Agua
Los Antioxos de Ruea
Pena Bermeya
Peña Blanca,
Peña Hermosa,
Peña Negra
Nochendi
Tebrandi
La Paré'l Rayu
El Roble la Centella
Peña Rubia,
Retuerto,
Las Retuertas
Las Reblagas

el gusto,
el sabor  del paisaje
frutos silvestres
frutales
caliares
blime
ajos
plantas
peces
El Blime, Blimea
El Morandanal
L'Arandanal
L’Achiteiru
La Moral
Yandelacerezal
La Mostayal
La Pornacal
L'Almorzal
Los Carapanales
Peñamiel
Peña la Dulce, Peña Dulce
Peña Salera,
Las Saleras
Salinas
Pescandi
El ríu Deva
Fombona
La Fuente'l Fierro
La Fuente la Saluz
el tacto,
la piel del paisaje
el frío, el frescor
el calor
el viento
las breñas
el suelo frágil
los humedales
los tremedales
los agredales
la flacidez del
suelo
El Frieru
Friera
Tenebréu
Les Caldes
El Puertu Caldes
Pena Caldera
Riocaliente
Rioseco
El Pozu las Mucheres Muertas
La Fonfría,
Junfría
El Frieru
Frieres
La Otsera
Los Asprones
Los Mirios
Mutseiroso
Pasafrío
Nevandi
La Peña'l Vientu
Pena Nidia,
Peña Crespa...
Piedra Llacia,
Les Llacies
Piedramuelle
Las Tremonas
el oído,
el sonido del paisaje

sonidos
ruidos
cascadas
fuentes
manantiales
voces
cantos
truenos
rayos

L'Ascucha
A Escuita
L'Escuchaíru

El Partseiru
Grillero
La Borbolla
La Gorgotsosa
Borburanes

La Bramadoria
La Bisbitera,
El Bisbitón
La Bufona
La Gotera
La Peña’l Vientu
La Pinga,
El Pingón
A Reburdia,

El Retrunal,
El Retriñón.
Reburdiayu

A Fonte'l Ruíu
Ruidero
La Fuente la Gorgotsosa
Los Gurguyones
La Sorda
(interpretación
popular)
La Voz de los Cabreros
La Voz del Llaviñeru

El Xiblu,
Los Xiblos

Tárano
Tarna
Xuviles,
Piedra Xueves
El Sueve
La Pena Sobia

el olfato,
el olor, el aroma  del paisaje

flores
aromas
hedores
podredumbres
culebrizos
o (metafóricos,
como podre,
carnizoso)

El Basureru
El Rosal
La Floría, La Florida
Penabeyera,
Penamiel
Truébano
La Malva,
La Malvea,
Malveo
L'Oriégano
La Manzaniella,
La Cerezuela,
Los Rosales,
Rosaliego
Pena Podre (interpretación
popular)
Xistreo,
Les Conxistres,
El Picu Xistra
Culebreo,
El Culibriru,
Fampudia
Carnizoso


La mirada retrospectiva: las hojas, los bichos encontrados de paso


El sabor de la nublina colgado de las peñas a atardecer

"¡Qué dulce es el sueño en primavera!
no me despierta el alba
hasta que por doquier se oye
el canto de las aves vocingleras.
Anoche escuché el ruido
del viento y de la lluvia.
Y me pregunto: ¿cuántas flores
se habrán caído?
(Men Haoran)


(Foto prestada por Xerardo el de Gradura: el sonido entre las retamas)

C) Y con muchos sentimientos tallados en el paisaje también:

  • sentimientos religiosos: El Monte Vindio, Tárano, Tarna, El Sueve, La Pena Sobia, El ríu Deva, Peña Santa, Peña Sagra, Bendejo, Bendueños, Covadonga, El Prau'l Cielo, El Purgaturiu, La Mayada'l Rosariu, Tresmialma, Confesendi...

  • sentimientos comunales, comuñeros, sociales, solidarios: La India d'Aquende, La India d'Allende, El Jitu, Piedrafita, Tsindes, La Cruz de Ariu, La Raya, Les Comuñes, La Plaza l'Asquisa, La Plaza'l Conceyu, La Plaza la Vecera...

  • sentimientos valorativos, apreciativos, preventivos: Colláu Jermosu, La Sierra la Culiebra, La Fuente'l Sepu, Culubréu, El Rebotsu la Centella, La Paré'l Rayu...

  • sentimientos familiares, afectivos, amorosos: La Mesa, La Masera, La Fuente los Enamoraos, La Fuente'l Beso, El Puente'l Beso, La Taya la Cocina...

  • sentimientos morfológicos: La Fuente la Madre, La Braña la Raíz, Ñajuentes, Juan Robre, Juan Brao...

  • sentimientos metafóricos: Cabeza Jana, Las Moñetas, El Diente Urriellu, Los Güeyos del Jungumia, La Rena, La Llomba, Cabeza Llorosos, El Cantu l'Home, El Picu'l Paisano...


    El aroma del llar en la cabaña


    Y a la espera del café que ya afuma en el Refugio de Tania


(dibujo de Javier López Guerrero, del libro Nordés)


La reunión de vaqueros al atardecer: las esperas para las noticias, la solidaridad comuñera lejos de los poblados

D) Aplicación práctica en cualquiera de las rutas publicadas en el libro:
Por las montañas de Lena:
una lectura del paisaje
a rirmo de silencio y de mochila

Julio Concepción Suárez
Ediciones KRK. Oviedo, 1998

(lectura completa en PDF)

E) Algunos textos para refrescar los nombres con los diversos sentidos sobre un paisaje

a) Como aquel paraje multisensorial recordado por Julio Llamazares, con los cinco sentidos sobre las riberas más bucólicas del río Curueño leonés:

"El arrullo del agua, el humo del cigarro, el silencio profundo y vegetal de la chopera... Tumbado junto al agua, el viajero poco a poco ha ido cayendo en una suave y dulce duermevela y su imaginación, libre al fin de las mazmorras corporales -y del estrago que la noche ha causado en ellas-, vuela fugaz hacia un paisaje de montañas y de fuentes encantadas, de legiones borrachas, de canciones de amor y ríos ensangrentados por la muerte.

Tumbado junto al agua, en mitad de la chopera, el viajero poco a poco va quedándose dormido hasta que, de repente, la brasa del cigarro, que, consumido ya del todo, ha empezado a quemarle los dedos, le despierta"
(en El río del olvido).


Los sones de la gaita resonando melódicos en los altos de la mayada al atardecer: Liseo el de Carabanzo (escuchar unas notas en el monte)

b) O aquel otro fluir de los sentidos al par del agua también, que describe Xaverio Ballester:

"Verdaderamente característica especial de la motivación de los hidrónimos... es su virtual poder aludir a cualquiera de los tradicionalmente considerados cinco sentidos perceptivos, de modo que pueden y hasta suelen ser identificados, catalogados y denominados no sólo... desde el principal criterio descriptivo de su visibilidad sino también desde órganos otros que la vista -nuestro principal referenciador congitivo y por ende lingüístico- notoriamente por el oído y también por el gusto, el tacto e incluso por el olfato. Carácter, pues, verdaderamente plurisensorial el de esta especialidad de la toponimia"


El tacto, de las distancias, el aroma del atardecer...

c) Al murmullo de las aguas que llevan los hidrónimos, en palabras también de Xaverio Ballester:

Onomatopeyas hidrográficas, potamónimos... No es difícil que sobre todo los dos principales hidrónimos [Cien Guantes] –los citados para ‘fuente’ y ‘río’―deban razón de su nombre al murmullo, son, ruido o clamor que emiten sus aguas, es decir, a una suerte de onomatopeya, la cual, como será sabido, constituye, por su naturaleza icónica, la forma más directa y natural de nombrar.

A esta directa motivación puede en muchos casos sumarse la indirecta de referirse genéricamente al murmullo, ruido, rumor o sonido que el acuífero―entidad especialmente sonora en la por lo general muda naturaleza―genere... El Pimplón..., La Cueva la Borbolla..., Rumblar..., Ruidera..., Ruidero..., Hablador..., el Chillón, Clamores...” (Xaviero Ballester).


La escucha activa en las camperas...


El rostro del otoño (la seronda más sonora): la vista, el murmullo de las aguas, el viento entre las ramas, el aroma de las retamas, el sabor de las mostayas...

Y la felicidá de los collacios, lexos de pupitres, rollos y pizarras: pero atentos al paisaxe: arbolados, poblamientos, palabras del terreno...