Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

"Trampas, redes y perros
los celosos pastores disponían
en lo oculto del bosque y de los cerros.
Porque matar querían
a un lobo, por el bárbaro delito
de no dejar con vida ni a un cabrito"
(Samaniego: "El lobo y el mastín'').

Los pozos de lobos,
en éstas y otras montañas:
las estrategias, un poco diferentes,
que tienen los zamoranos de Sanabria
en O Cortello do Lobo de Lubián


Foto prestada por el montañeru Víctor Delgado

Comenzando por la leyenda del Puzu Tsobos de Xamixé (pozo lobal a la falda del Aramo): aquel joven mozo que se convirtió en lobo (versión lenense). Una invención oral, tan literaria como educativa, ingeniosa, didáctica, ideada, sin duda, por alguna madre o güela, por ver si conseguían que algunos mozacos nun dieran tanto la lata ya desde bien pequenos. Con el exemplu del tsubu, algún lo pensaría dos veces, y faría alguna travesura menos, hasta dir pal serviciu militar.

Publicada en el libro
Por las montañas de Lena,
(pp. 177-178)
Ed. KRK. Oviedo.
Julio Concepción Suárez

A) Un ejemplo para empezar: las leyendas lobales

Una arraigada leyenda se conserva pareja a las paredes del Puzu tsobos de Foz (en La Tsamargona), bajo los altos de Xamixé, limítrofes de Riosa y Lena. El relato literario viene a recordar varias lecciones a la vez: primero, la educación de los hijos, de modo que entendieran bien que si se portaban mal con sus padres y güelos, podrían convertirse en lobos y tener que marchar de casa; segundo, las estrategias de los pozos lobales: los vecinos les tendían trampas a los lobos, pero los lobos eran inteligentes, y algunos las burlaban. Unas veces vencían los del pueblu, pero otras los del monte. Reza así una arraigada leyenda tsiniza.

“Yera una vez una muyer que tuvo un fíu de soltera. El mocecu foy creciendo ca vez más retorcíu y endemoniéu, faciendo la vida imposible na so casa y nel tsugar con el vecindario.

Cuando tenía siete años, al guaje ya nun lu aguantaba nin so madre, por lo que díxo-y un día ésta muy enfadá:

- “En mal tsubu te convirtieras, siquiera nun fuera más que quince años”.

Oyúse entonces mesmo una bramía, y en medio de un gran fumezu salú pe la puerta un tsubu con el reu ente les pates.

El sucesu nun pasó a más. El pueblu quedó tranquilu. Pero empezó a observase algo raro en las batías contra los tsobos: cuando tenían a varios ya acorralaos camín del Puzu, toos diban cayendo atrapaos dientro, menos ún que lu furtiaba, pegaba un brincu, y nun diba a la trampa de los cebatos. Paez que lu golía: yera como si lu conociera, o hubiera pasao pitsí munchas veces y esquivara el puzu. El caso yera que siempre se escapaba un tsubu.

Foy pasando el tiimpu, y xusto a los quince años, entró pe la mesma puerta de la casa un muzu con pinta de serviciu militar cumplíu:

-¿Nun me reconoces, ma?
-¡Non! -contestó la madre.

-Pues soy el to fíu mesmu convertíu en tsubu, y ya con la pena redimía: aquí tienes, como prueba, quince pelos arrancaos del pechu: los que me fueron saliendo, unu per cada añu.

-Ahora caigo yo -dijo la madre-: yeras tú el tsubu aquel que siempre en las batías saltaba percima del Puzu Foz: yeras tú el condenéu que lu conocías bien.

Resumen de la cultura zamorana
que los pastores, las instituciones...,
conservan y asoleyan en un museo etnográfico
y sobre el terreno (un gran cortello bien reconstruido),
como ejemplo de aquella búsqueda en el equilibrio ecológico
de una zona por excelencia ganadera.

B) Los pozos lobales: chorcos, foxos, cortellos..., más allá de estas montañas

Las estrategias para atrapar lobos y otros animales, considerados dañinos o peligrosos por los habitantes de los pueblos -ganaderos y agricultores, sobre todo-, son tan antiguas como variadas; los mismos nombres en cada zona son bien significativos. En unos casos, se trata de verdaderos pozos, excavados en tierra, o más o menos exentos, levantados con piedra y en unas dimensiones calculadas para que el animal no pudiera saltar fuera. Llevan combres como:

  • chorco (Valdeón)
  • chuerco (pueblos asturianos)
  • corral (pueblos leoneses)
  • cortello (Lubián, pueblos zamoranos)
  • couso (puebos asturianos occidentales, leoneses, gallegos, zamoranos)
  • curro (pueblos zamoranos)
  • fojo (pueblos portugueses)
  • foxo (pueblos gallegos)
  • llobera (pueblos zamoranos)
  • lobeira (pueblos gallegos)
  • lobera (pueblos burgaleses)
  • pozo (pueblos leoneses)
  • pozo de los lobos (pueblos palentinos)
  • pozobal (pueblos asturianos)
  • pozu llobal, pozu los llobos (pueblos asturianos)
  • puzu tsobos (pueblos asturianos)
  • sútia llobera (pueblos catalanes)
  • percha (pueblos andaluces)
  • pou del llop (pueblos catalanes)

En otras ocasiones, podía haber pozo al final de la estrategia, pero antes se levantaban unas empalizadas, cebatos, estaqueras..., que conducían a los lobos al foso, sin escapatoria posible, una vez que todo el pueblo los azuzaba con palas y pinchos por todas partes. Llevan otros nombres parecidos: caleyos, caleichos, caleyones, estacas, estaqueras, mangas... El objetivo era el mismo: atrapar los animales, cuando abundaban en exceso, sobre todo.

Las formas de los cebos varían de unas regiones a otras, pero coinciden en lo esencial: una cabra vieja, sobre todo, flaca, ya para el desecho, que berraba más que las oveyas, por ejemplo. Se colocaba la pobre cabra (a veces, cabritu) atada sobre el pozo, disimulado por encima con ramaje (foyascas, cebatos, fueya...); una vez que el lobo percibía las berridas a distancia, acudía tan ansioso que se precipitaba, sin más, sobre el cebo.

Pero la trampa estaba calculada: la mayoría de las veces, a la cabra no le pasaba nada, pues, una vez que el lobo saltaba al vacío, se daba cuenta que debajo había un pozo, al que iba a caer, y que de nada le iba a servir comer la cabra. Una vez que se precipitaba sin remedio al fondo (hasta 5-6 m de profundidad) ya no podía salir hasta que lo capturaban los vecinos y amordazaban seguros. La cabra quedaba arriba muy asustada, pero libre de peligro.

C) Un ejemplo muy estudiado y conservado: el Cortello do Lobo en Lubián (Zamora)

En continuidad con en léxico y las costumbres asturleonesas de la provincia zamorana (muchas coincidencias en varios campos), está este gran pozo lobal, con gran tradición local; muy recordado en la tradición oral, que bien explican los lugareños mayores hoy mismo; aquellos que de niños y jóvenes presenciaron varias capturas de lobos sobre el pueblo.

Todo un ejemplo de estrategias lugareñas y de sicología animal al tiempo: unas veces ganaría la partida el hombre, y otras el animal, como ocurriría tantas veces. La misma etimología de Lubián supone una transformación etimológica de otra raíz homónima, preindoeuropea, de sentido bien diferente: *lop- ('altura'), que dicen Dauzat-Rostaigne; tal vez origen del asturiano tsobíncanu (terrón en los sembrados), sin nada que ver con lobo alguno; o de un prerromano *lup-, que interpreta P. Celdrán en relación con el río.

En todo caso, el olvido etimológico del sentido primero del paraje -con río y con pendiente, por cierto-, propició la ocasión para que los lugareños interpretaran el topónimo como lugar frecuentado por los lobos (lat. lupus), habida cuenta de la circunstancia que ofrecía el paraje montaraz al paso y a la querencia de estos animales. O cortello y la tradición lobera local confirmarían la interpretación.

El llamado allí cortello (corte, cercado pequeño)

Viene a ser un recinto de piedra en el monte, de unos 30 m de largo por algo menos de ancho (no es circular del todo), por más de tres de alto; las paredes están ligeramente inclinadas hacia dentro, para que el animal no pudiera trepar fácilmente; por encima, como remate (o cornisa), tiene unas losas salientes hacia dentro, de forma que por mucho que trepara el lobo para saltar fuera, siempre que se agarrara a ellas, colgara y cayera de nuevo al vacío.

Todo el recinto simula una especie de prado con matorral abundante, para que el lobo no sospechara la encerrona: dentro se soltaba una cabra vieja para que berrara bastante y atrajera al cazador montaraz de los altos; el lobo descendía con prisa, y daba de frente con el paredón cimero que, sabiamente, quedaba justo al ras de la pradera; sólo tenía que ver la cabra y saltar dentro.

Sorprende la estrategia de los lobos: siempre saltaba dentro uno solo, a todo más; no se recuerdan casos de haber entrado a la vez varios, teniendo en cuenta que los lobos casi siempre andan sus correrías en manada, como técnica de caza en grupo. La razón parece evidente, hasta en esa estrategia previa: antes de saltar todos, lo haría uno solo en avanzadilla, tal vez el más joven, con menos experiencia; los demás estarían a la espera, contemplando desde el punto lanzadera en resultado, una vez dentro. Como verían pronto la reacción del engañado en el foso, los demás ya no saltaban; pronto huirían, previendo el desenlace fatal.

Pues ahí estaba la trampa: de fuera hacia dentro se salta bien, pero de dentro hacia fuera, imposible; una vez en el interior, ni siquiera al lobo se le ocurría atacar a la presa, pues ya había caído en la cuenta de que de allí no iba a salir con la cabra comida o sin comer; sólo miraba la parte más fondera de las paredes circulares, para saltar; o una pared más áspera para trepar...; pero tampoco, ni siquiera. Por ello, la cabra quedaba, casi siempre, intacta.

Hasta que se retumbara la voz esperada: ¡lobo o cortello!...

Ya bien de mañana, llegaba el vecino con su cabra de turno, pues el cebo era rotatoriao, de vecera: cada día, un vecino traía su cabra de repuesto, y el dueño de la anterior venía por la suya; así, tenían la obligación de coincidir allí los dos, con la precaución de que nunca hubiera uno sólo que pudiera tener algún percance con el lobo atrapado. O que no se le escapara al entrar por la pequeña puerta abierta en un lateral, como ocurrió alguna vez, con la consiguiente reprimenda para el más osado y poco respetuoso con las normas vecinales; hasta quisieron multarlo por ello en alguna ocasión.

La orden inmediata era la de avisar al vecindario con la voz de ¡lobo o cortello!..., ¡lobo o cortello!..., ¡lobo o cortello!... Subían entonces los vecinos y hasta los niños, si cuadraba el tiempo, pues el suceso se convertía en espectáculo casi festivo. Entraba primero el jóven más fortachón y atrevido, con una horquilla de madera, pues había que coger vivo al animal; y hasta estaba prohibido maltararlo, darle garrotazos, ni matarlo, por supuesto. Si era necesario, entraban otros jóvenes o adultos, hasta inmovilizarlo bajo la horca de madera, ponerle un bozal seguro y maniatarlo por las cuatro patas.

Mientras tanto, los espectadores se divertían con gran jolgorio, seguros de que el animal, por mucho que trapara, no lograría saltar fuera. Pero nadie osaba maltratar físicamente a la víctima: estaba expresamente prohibido y muy mal visto. El montero mayor se encargaba de que así se cumplieran las costumbres comunales desde el momento de la captura.

Inmovilizado, y muy asustado el lobo, a lomos de un burro, ,lo bajaban a una cuadra lo más pequeña posible, para que el animal muriera solo: por lo general -dicen en el pueblo- el animal moría de angustia en pocas horas; a todo más, un día; no hacía falta matarlo. A la mañana siguiente, se colocaba encima de un burro, derecho, y se paseaba por los pueblos circundantes a modo de espectáculo: en cada casa les daban algo, un güevu, un chorizu, unas monedas, una gallina..., que luego utilizaban para la celebración festiva en el pueblo. Según una voz oral, algunas veces se llevaba el lobo vivo: pero no se aclaran las circunstancias para ello.

El sistema del cortello lo presenciaron mayores que tienen hoy unos 80 años, cuando eran niños (años 30-40, por tanto). Lo recuerdan perfectamente, como tradición muy arraigada en la zona.

D) Otras artes y artimañas con los tsobos

Con otras formas de prevenir los llobos

Los alleranos tienen la expresión "burra de tos, cómenla los tsos"; es decir, burra de todos, la comen los llobos, en referencia a la costumbre de sacar una burra vieja, pagada por el pueblo, para situarla en la zona que solían bajar los lobos; en cuanto se aproximaban, la burra empezaba a relinchar tan fuerte que los vecinos interpretaban el peligro, y subían inmediatamente hasta ahuyentar o cazar el lobo.

La medida solidaria en aquella mentalidad comuñera inmemorial, tan preventiva como estratégica y ecológica en la precaria supervivencia de los pueblos, debió estar muy generalizada en su tiempo, pues, como recueye Fernando d'Álvaro muy oportunamente, la misma expresión se da en Cangas del Narcea, en la parroquia de Las Montañas. Una fonética asturiana que, por lo visto, fue general también lejos de barreras conceyiles y variantes locales: los lobos fueron los tsos de monte en monte también: diferencias gráficas mínimas escritas, que son lo de menos. El valor etnolingüístico regional, una vez más, hasta en los detalles más reducidos de palabras tan breves como los tsos.

Ahora bien, por la expresión se deduce también que, con el tiempo, las cosas irían cambiando, y como la burra no era de nadie en concreto, no habría tanta prisa para subir a espantar el lobo; o no todos estarían igualmente preocupados por los peligros de los lobos, de forma que algunos (tal vez los que no tenían ganado allí) ya no salían de casa para la batida, y la pobre burra acababa entre las fauces de los lobos, a pesar de esgañitarse por avisar al vecindario.

Más referencias sobre el tema:

  • ÁLVAREZ PEÑA, Alberto (2009). El mitu del home llobu na tradición asturiana, en Asturies, memoria encesa d'un país, númberu 28 (pp. 22-39)

  • GARCÍA DÍEZ, José Antonio (2007, 3ª ed.): Lobos. Historias y leyendas. Edita A. Saavedra. Salamanca.

  • ORDÓÑEZ CASTAÑÓN, David (2016): exhaustivo trabajo de máster, aún sin publicar.

  • ORDÓÑEZ CASTAÑÓN, David (2016): Los pozos de los lobos en el concejo de Lena, Puzu tsobos de Cibietso: Arquitectura tradicional, Essència o Forma, en Actes del XXXVIIIè Curset, Jornades Internacionals sobre la Intervenció en el Patrimoni Arquitectònic.

  • ORDÓÑEZ CASTAÑÓN, David (2018) "Trampeo y construcciones para la caza de osos y lobos en el cordal de Los Llanos". Revista Vindonnus, nº 2 (pp. 84-106)

Webgrafía y bibliografía:

"Cinco lobitos tuvo la loba,
cinco lobitos detrás de una escoba;
cinco lobitos ya nunca está sola;
cinco que lleva detrás de la cola"
(Canción infantil)

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Otras leyendas asturianas

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