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Xulio Concepción Suárez, cinco sentidos, léxico, toponimia

(foto de Luisma Murias, La Nueva España)

Por las sendas de las palabras asturianas,
con los cinco sentidos,
y alguno más también..
.

Extracto de las palabras
pronunciadas, por
Xulio Concepción Suárez,
en el acto de inauguración del
Curso Académico 2017-2018,
en el Real Instituto de Estudios Asturianos.
Plaza Porlier, Oviedo
.
(texto completo en PDF)

No es verdad. El viaje no acaba nunca. Sólo los viajeros acaban [...]. El fin de un viaje es sólo el inicio de otro [...] Hay que volver a los pasos ya dados, para repetirlos y para trazar caminos nuevos a su lado. Hay que comenzar de nuevo el viaje. Siempre. El viajero vuelve al camino". (José Saramago)

Ilustrísimo Sr. Director del RIDEA, Ilustrísimos Miembros, amigos y amigas. Resulta para mí un honor abrir las actividades de un curso en unos tiempos educativos con tantos cambios en muchos aspectos: hasta se lee en la prensa que, en algunas aulas, se ponen en duda los deberes pa casa; bueno, pues tal vez sean los cambios de los tiempos –estos tiempos tan líquidos, de los que tanto hablan Zygmunt Bauman y compañía.

Y, si ye que nun se puen mandar deberes pa casa, pues que vengan los deberes del pueblu, del monte, del finde..., al aula, a las salas de conferencias, a este mismo cómodo salón del RIDEA. Vamos a invertir un poco el proceso, para resultados parecidos: la lectura de lo que tenemos al lado.

Poco nuevo bajo el sol, alguien dijo bien por ahí: ya se está haciendo, de una u otra forma; y se lleva haciendo desde tantos lustros; nunca olvidaré yo aquellos años de la escuela, cuando el maestro nos ponía como deberes, sobre aquellos pupitres de maera, al par de la Enciclopedia Álvarez y el tinterín de tinta china, una redacción, un dibujo..., sobre lo que hubiéramos hecho el fin de semana en casa, en el monte, con las castañas, tras la vacas o las oveyas...

Y, con toda ilusión, nos poníamos a redactar, con caligrafía impecable –Dios te librara de una falta...-, primero a lápiz, o con la pizarra y el pizarrín; y después a pluma y tinteru, sin que pingara una gota sobre la mesa de maera –Dios te librara igualmente...

En estos nuevos tiempos de aprendizajes tan compartidos como necesarios: pues no todo está escrito todavía, ni mucho menos...

Pues bien, como “vivir es ver volver” –que decía Azorín-, me resulta muy grato comenzar un curso con esas nuevas actividades que observo vuelven, de alguna forma a estas sillas o sillones del RIDEA: esta primavera tuve el honor de participar en una ruta muy práctica con sus profesores respectivos –Tomás Díaz y Manuel Claverol-, en las que todos aprendíamos de todos, pues las preguntas y las respuestas se sucedían de boca en boca por todo el grupo. Una verdadera clase práctica, multidisciplinar del todo, y muy amena, sin más libru ni enciclopedia que los caminos y el paisaje del Naranco.

Muchos deberes de este tipo darían lugar a estudios y discusiones de aula, aquí o entre las sillas y pupitres escolares, universitarios..., lo mismo da el nivel y los asientos; pues, sin ir más lejos, El Naranco, comenzando por el mismo nombre, supone toda una enciclopedia milenaria de muchos tomos, cada uno con su asignatura particular. Todo un paisaje para un currículo completo de varios cursos seguidos.

Y para discutirlo en equipo, con la enseñanza inversala clase invertida, que se dice ahora-: es decir, como siempre hicieron, o intentamos hacer tantos y tantas, en la medida de lo posible: unos enseñan y otros hacen preguntas que nos obligan a seguir aprendiendo, a su vez. Todos y todas aprendemos de todos y de todas. Las novedades siempre son muy gratas, pero relativas, claro. Por eso pueden ser tan positivas y enlazadas: en red, pallabrina tan de moda igualmente.

Con ese dato añadido: una nueva Revista Cuadernos, muy popular, y digital, como intentamos algunos, veo que aparece también, por fin, al lado de otras, tal vez más serias y académicas. Pero con unos contenidos curriculares, muy prácticos, sobre el terreno: las investigaciones orales por los pueblos, que pretendemos complementen a otras revistas documentadas por escritos de siglo en siglo; porque no todo está escrito en papel ni en registros notariales o catedralicios, todavía, ni mucho menos. Una revista novedosa, por tanto: digital al completo, colgada ya en la red, con ese nombre de CRIDEA, ingenioso también.

Pues comencemos las sendas por las palabras asturianas: unas cuantas entradas de todo un diccionario a punto sobre cualquier paisaje

Ciertamente, como viene a decir Saramago, cualquier paseo, por una senda cualquiera, en una ruta al azar, podemos encontrar una fuente inagotable de sensaciones nuevas; porque, en cualquier estación del año, nunca hay un mismo paisaje; por muchas veces que lo hayamos recorrido, nunca leeremos un mismo itinerario: en invierno, primavera..., la misma senda se vuelve otra, desde el alba hasta el crepúsculo, si sabemos trazar ese camino nuevo con todos los sentimientos y sentidos enlazados en el mosaico. Nunca hay un mismo paisaje, por supuesto, como dice el escritor portugués.

Por esto, una de tantas formas de hacer camino podemos realizarla comenzando por las mismas palabras: el asturiano, en este caso. Todo ese palabreru que tienen los lugareños para nombrar sus cosas, y que, en ocasiones, nos cuesta hasta traducir al castellano; no encontramos un sinónimo, sin más, sobre la marcha; o, no digamos ya, encontrar equivalencias científicas, si no recurrimos a los expertos (botánicos, zoólogos, geólogos...). Y así y todo, como no les lleves la plantina, el bichito, la piedriquina..., tampoco resultará fácil la traducción exacta, pues las variantes se multiplican en la riqueza léxica de cualquier zona regional.

Muchas páginas orales se pueden esconder detrás de cualquier palabra que un nativos nos suelte paso: hasta detrás de una simple gabia, un glayiru de garachas..., se puede abrir toda una pequeña gruta de estalactitas y estalagmitas, que no serán Altamira o Tito Bustillo, pero que nos pueden hacer pasar un buen rato en las entrañas de unas simples calizas. Para ellos, sólo fueron cobijo o sesteo de animales, pero para el que lee con otros objetivos, todo un libro se puede abrir de golpe, con el riesgo de cerrarse para siempre entre las zarzas.

Una lectura multidisciplinar, hasta con las nuevas tecnologías en la mochila también, al lado del bocata

Porque un paisaje, para leerlo al completo, hasta conviene deletrearlo entre todos; por lo menos, cuando pateamos sendas, calles urbanas o caleyas –lo mismo da-, con el prisma que nos ofrece el color de la tierra. Y nada mejor que comenzar la lectura por lo más sencillo: por la misma palabra, la voz paisaje, que sólo significa ‘país, territorio habitado’ (lat. pagus); es decir, el producto del terreno con la voz de los paisanos y paisanas que lo fueron diseñando verbalmente desde remotos tiempos preindoeuropeos. Con sus palabras asturianas en este caso -léxicas sin más o toponímicas- podemos entender un poco mejor ese gran libro abierto con todas las asignaturas al alcance de cualquiera.

Un paisaje, con suelo, pero con cielo en paralelo, pues incluye desde la senda que pisamos hasta muy por encima de las nubes que nos acompañan más altas; o nos dejan empapados un día de lluvia. Todo es paisaje. Y por ello, porque es muy amplio en espacios y en tiempos, tiene larga historia y mucho que contar; precisamente por eso, la lectura conjunta entre unos y otros resulta hoy más que nunca imprescindible, una vez que se van, poco a poco, los lugareños de sus pueblos y sus brañas.

Aunque nunca se irán del todo: siempre estamos un poco a tiempo. Tenemos todavía la suerte de seguir comprobando cómo unos cuantos jóvenes –o ya no tan jóvenes, incluso- siguen retomando esos ecos escuchados a todavía a lugareños por brañas y mayadas.

Y hasta con técnicas renovadas: porque montañeros como Alejandro Zuazua o Víctor Delgado, ya no llevan en la mochila sólo el bocata o la cantimplora, sino el ordenata, y sus programas al par del GPS, para posicionar –geoposicionar, que dicen los más técnicos- con precisión absoluta, un nombre escuchado a un paisano; una edificación derruida, un manantial a poco de esfumarse entre las zarzas. Miles y miles de nombres van quedando con su posición exacta entre los los traks y los waypoints de estos montañeros fundidos con mucha ilusión y trabajo sobre el paisaje asturiano.

Hasta las palabras de un paisaje (léxicas o toponímicas, lo mismo da) se visualizan mejor con los recursos del 3D sobre el mapa virtual

Como otros jóvenes que siguen en sus tiempos libres y aficiones -etnográficas, etnobotánicas, etnopaisajísticas...- rastreando palabras, vestigios históricos, restos arqueológicos, funciones del terreno...; y pasándolas a sus respectivos programas y recursos digitales en cada caso, con objetivos diversos: tesis, máster, proyectos fin de ciclo, blogs, webs...

esulta muy grato comprobar cómo desde la otra fastera vecina de estas montañas, Ignacio Prieto y sus colegas del grupo Xeitu y de la Universidad de León, continúan trabajos léxicos y toponímicos semejantes por sus tierras de Babia y Tsaciana, tan parecidas a las nuestras en las palabras.

Como novedosa, muy didáctica, multidisciplinar..., resulta la idea de Jesús Lana Feito de comenzar a releer sus valles somedanos del Vatse y L’Auteiro, ahora con las técnicas de posicionamiento de las palabras, los símbolos, las explicaciones, los colorinos..., que le permiten los recursos digitales en 3D, y el servicio abierto y gratuito de Google Eart; una gran idea del somedanu, y un muy agradecido servicio del programa.

Los resultados a la vista ya están, pues basta comprobar las repercusiones de posicionamiento Web que ya se aparecen en Google y compañía, sin ir más lejos, sólo con teclear la novedad. Muchas aplicaciones, tan prácticas y sencillas, se pueden derivar de esta experiencia que va mucho más allá de algo somedano y local.

Otros colegas siguen pateando pueblos, senderos, montañas..., con resultados tan prácticos y necesarios como investigación oral en estos tiempos críticos del poblamiento asturiano más disperso. Es el caso de Antonio Álvarez, con su minucioso estudio etnográfico, somedano también; Luis Aurelio González Prieto, con su incansable escrutinio del patrimonio histórico, minero...; Santos Nicolás, Luis Manuel..., por sus montañas tan pateadas palmo a palmo durante muchos años.

Toda una generación de investigadores a pie por los senderos, siempre respetuosos con el lenguaje de los nativos y con el lenguaje del suelo. La documentación oral en complemento de la otra escrita, cuando existe en estos casos.

En definitiva, una nueva remesa de aportaciones que se suman ahora con los recursos digitales que permiten OziExplorer,..., y tecnologías semejantes; una ocasión más para completar, desarrollar, matizar..., de forma enlazada, los trabajos, las investigaciones, las publicaciones de tantos otros y otras, que las llevan haciendo desde lustros atrás. Por citar sólo algunos: Guillermo Mañana, Elisa Villa, Manuel Claverol, Tomás Díaz... Las estaferias de siempre en plena efervescencia virtual.

Palabras, sensaciones..., por ambos lados de cualquier senda

Volviendo ya un poco más al título de la charla, por las sendas de las palabras, podemos, en consecuencia, hacer muchas andaduras también; el léxico asturiano es componente imprescindible del paisaje: sin él, nos quedaría por leer una buena parte de todo ese mosaico que vamos pateando, en cualquier época del año, desde las mismas costas del mar hasta los riscos cimeros de las montañas.

Porque el léxico, las palabras que usan, o pusieron los lugareños al terreno para entenderse, forman esa otra parte inmaterial del territorio que observamos, escuchamos, leemos en el mapa de la ruta, saboreamos, tanteamos en la piel, desde la cabeza a los pies.

Y, así, cada mañana o cada tarde, por las calles de la ciudad, por las caleyas de los tsugares o por las cumbres divisorias al filo de los valles, aún sin pretenderlo, vamos levantando palabras al ritmo de nuestros pasos, y al estímulo de sentimientos y sentidos que se van sucediendo en la andadura: murias centenarias, llosas, tsábanas milenarias, corras y cuerrias, finxos...

O los aromas, sonidos, zumbidos, silbos, chasquidos..., justo al lado o en la distancia; o disimuladas gabuxas entre las breñas, carápanos, solanas o aveseos, estrategias de marabayos...; o sendas y caminos que serpentean entre las peñas o al filo de la rena por cualquier cordal divisorio, desde las vías pecuarias más remotas, pasando por pedreras con balatas, hasta estos mismos días en que vamos ya más sosegados, sólo de paso.

Hasta un simple picu pudo dar lugar a una larga historia de sentidos y sensaciones colgadas por el que va de paso

Pues, ciertamente, un simple picu en boca de nativos (sin más adjetivos ni adyacentes al lado) puede enlazar muchas páginas -orales y escritas- de toda una historia milenaria detrás: y otras tantas asociadas, interpretadas, por los viajeros que fueron pasando con los siglos, año tras año, moda tras moda...

Porque las palabras, por reducidas que resuenen en fonemas o grafías, pueden contener un espacioso contexto multicolor –multióptico- alrededor; desde un sentido inicial concreto de la palabra en boca de usuarios remotos, se fue pasando a otros muchos añadidos semánticos, gráficos o fónicos, inevitables en ocasiones. Por eso, en unos tiempos con tantos cambios a toda prisa, no estaría de más volver, de vez en cuando, a ese sentido original que siguen trasmitiendo tantas palabras asturianas, relegadas demasiadas veces a un uso lugareño, y poco más.

Simplemente, porque en muchos casos, esas palabras, casi en desuso, nos están informando a voces de ciertos valores patrimoniales (materiales o no), que darían lugar a muchas páginas para la historia local de cada detalle en un paraje.

O, simplemente, para disfrutar de los detalles que van levantando los sentidos y los sentimientos de paso, por mucho que hoy se encuentren entre el matorral o la indiferencia oficial; o rodeados de cemento, colorinos y folletos de informaciones interesadas, manipuladas, tan contaminantes en ocasiones. La contaminación verbal se combina con los plásticos y los vidrios rotos por los hayedos, o por las esponjosas camperas demasiadas veces.

Palabras y paisajes fueron siempre indisolubles: dos caras de la misma moneda de valores, también en este caso. Por terminar con unas palabras de Fernando Pessoa:

“Pienso con los ojos y con los oídos
y con las manos y los pies
y con la nariz y la boca.
Pensar una flor es verla y olerla
y comerse una fruta es conocer su sentido"

Se expusieron 89 dispositivas en PowerPoint

El RIDEA publicó el texto íntegro del discurso (27 pp.)


      (foto de Luisma Murias, La Nueva España)

      Artículo en www.lne.es (La Nueva España)

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