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Palabras para el camino.

"Enganchad vuestro arado
a una estrella"

R.-W. Emerson.

Publicado en el libro:
Andecha lenense, nº 1 (pp. 40-45)
A la memoria del profesor Juan García
Ed. IES Benedicto Nieto.
Pola de Lena. 1991
.

... Pero hay niebla en la ladera que asciende a Chago. El aire, denso, pesaba en la mañana aquella de marzo. Un siete de marzo en el silencio de la bruma sobre el valle. Lunes. Los últimos arrendajos de la altura se retiraban agitados por el viento sur de primavera, y los más tempraneros verderones iniciaban un poco asustados su canción.

Algunas rosas primaliegas se abrían sobre el muro de cemento más allá de las rejas del Instituto. Las aulas, aún vacías, tal vez con las pesadillas de una noche en vela de domingo, preferían las voces bullidoras y las voces de "¡silencio!" de los días de semana.

Lunes, siete de marzo..., rosas rojas en el valle..., y el viento helado de la altura. Se fue un domingo de horas estiradas entre las calles de la ciudad, el sonido angustiado de las sirenas, largos pasillos de hospital y silencios ocultos entre miradas muy frías de sombra, de hielo y de papel.

Lunes..., casi primavera. Se fue quella pupila sincera, su mirada azul, la sonrisa no forzada en los días malos y en los menos buenos. Se fue la voz serena, ajustada y comedida.

Sin mediar palabra, sin gesto de despedida, sin la queja del que duda, ni el adios del que se aleja. Sin la voz temblorosa del que rehusa la noche, ni la prisa azorada por el tiempo perdido. Sin una queja, sin decir nada (sin habernos dicho nunca nada...).

Pero tú, tú, nunca te fuiste
con el viento sur de la mañana
en ninguna fría ciudad
de ninguna madrugada.

Pero tú, tú, nunca te quedaste
sin alumnos, sin amigos,
en ningún mes de marzo
sin ver la primavera.

Pero tú, tú, nunca dejaste
ni una compañera,
ni una niña de ojos juguetones
ni una flor
que, más allá de los fríos invernales,
aún te espera.

Lunes. La mañana se alarga como una lágrima estirada entre las miradas al silencio de escolares y compañeros tras los cristales, tras las esquinas, tras las columnas, tras los pupitres, tras los encerados, tras la mesa del profesor, tras las tizas asustadas que nadie se atreve a mirar, tras las palabras cortadas que nadie puede terminar..., tras la bruma en que todos quisiéramos soñar: ¡que no fuera verdad!, ¡... que nunca fuera verdad!

Juvenil, risueño, amable, hogareño, robusto, sencillo, sincero y silencioso; emprendedor, observador, profundo, soñador (y profundo soñador); amigo, compañero..., simplemente... amigo y bueno.

... aquella tarde, sin ver la primavera.

Pero, Juanín,
tú te quedaste
en la palabra blanca
de aquellos alumnos
(¿te acuerdas?)
a los que tantas veces
mandábamos callar...,
y que hoy te sienten
entre la triste niebla en calma.

Juanín, tú te quedaste
en esa página sin borrones y sin rayas
de aquellas voces
que a veces alborotan,
pero que, las más,
sienten en silencio y
callan.

Y por eso volverás
cada mañana de marzo,
en que vuelva a brotar aquel
nozal del Instituto
(el que está en frente de Cou-A,
ya sabes).

Porque seguro que volverá a brotar
cuando vuelvan el verderón
y el petirrojo,
y otra vez vengan los glayos a anidar,
como todas las promaveras.
Recordarás lo que un día nos dijo Costante:
"esi nozal siempre resistió los hinchentes
del río Lena".

Y volverás
a estos valles lenenses
cada vez que vuelvan a brotar
los rosales de la verja,
que sigue podando Leoncio
en cuanto cesan las xelás.

Y volverás
a estos montes lenenses y alleranos
cada seronda en que vuelvan
a comenzar las clases
(y seguro que volverán a comenzar);
cuando los tonos ocres de los robles
vuelvan a decorar los sueños del valle
a las primeras nieves más altas
(ya sabes...) en La Braña;
cuando, un año más, los cerezos
empiecen a florecer
y se vistan el alba como siempre.

Y volverás los días más grises
del invierno arriba,
para ayudarnos a Julio y a mí
(al conserje, te acuerdas...)
a ver si convencemos a Juan
(el químico,
ya viste con qué gabelas y trabajos...)
de que las manzanas neolíticas
son muncho mejores
que las manzanas sulfatiás.
(Por cierto...,
yo creo que de aquélla
dejaron de pensar igual).

Y Porque tú
nunca te fuiste y nos dejaste.
Porque volverás
cada curso que comience
con los mismos tonos
del roble (rebotsos y pochiscos...
pa entendemos mejor),
con la nueva savia
de las rosas, del manzano y del nozal)...
y con las otras flores de la cerezal...

Porque siempre,
tú siempre te quedaste
entre la niebla de la altura
tu amigo, tus amigos...

... seronda, 90.
Xulio Concepción Suárez.

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