Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

Piedra en el camino...
“El distraído tropezó con ella
El violento la utilizó como proyectil
El emprendedor, construyó con ella
El campesino, cansado, la utilizó de asiento
Para los niños, fue un juguete
Drummond la poetizó
David, mató a Goliat
Y Miguel Ángel le sacó la más bella escultura.
En todos estos casos, la diferencia no estuvo en la piedra sino en el hombre !!!
No existe “piedra” en tu camino que no puedas aprovechar para tu propio crecimiento”
(De autor desconocido)

PIEDRACEA
PRIEACEA

Lugar de la parroquia de Pola de Lena, sobre Palaciós, en la carretera al Alto la Cobertoria y a Quirós. Dista 1,9 kms. de la capital del concejo, y se sitúa a unos 505 ms. de altitud. Tiene una población de 83 habitantes. En ocasiones todavía se lee en mapas y carteles Piedraceda, completamente ajena a los lugareños y al asturiano de la zona.

Bajo el poblado destaca La Capilla la Flor, sobre el camín real del valle por Tablao: una ermita en piedra (revocada en parte), sobre una campa animada cada primavera por La Fiesta la Flor (lunes siguiente al lunes de Pascua). La tradición de la ermita se asienta en algunos datos, añadidos a una larga tradición oral: la serie de toscas losas alineadas a lo largo del campo, descubiertas con motivo de una traída de aguas.

Los Fitos

En Piedracea (lat. petr-a-c-eda, 'abundante en piedra, o piedra áspera') fueron famosos los carreteros, hábiles en el manejo de los carros y los bueyes para el acarreo de la madera y de la piedra. Tal vez se trate de un oficio más en continuidad con el recurso natural que caracteriza el valle: la 'madera' del Mofusu y la 'piedra' de La Cantera del Adoquín (sobre el Vache Peral).

Y destacan también los vecinos la abundancia y calidad de sus 'avellanas': Piedracea ye la mapa les ablanes. Y esa pequeña industria de les ablanes debió tener sus importancia tiempo atrás: aunque no hubiera enriquecido precisamente a los que las tenían que pelar, la recogida de avellanas ocupaba cada otoño a muchas mozas y menos mozas, que sacaban unos riales con muchos días de coyer y espenar ablanes.

Y con los riales cosechados pagaban al descuento en los comercios los gastos familiares del año; es decir, se entregaban sacos de ablanas en los comercios y almacenes, al trueque: el comerciante ponía un precio, valoraba los sacos entregados, y comenzaba a descontar por los productos comprados (aceite, azúcar, unas alpargatas...).

Y, en algunos casos, hasta quedaban algunos cuartos pa algún caprichu por el año arriba -cuentan con gracia unas abuelas. Hoy, Piedracea (nunca Piedraceda entre los lugareños nativos) es un pueblo en el que también conviven los teyaos antiguos con las casas renovadas.

Finalmente, como se dijo para los de Palaciós, el gentilicio muy arraigado: nos dicen las muyeres del pueblu que los de Palaciós y Piedracea siempre fueron "nalinos". Muy adecuada la palabra: nalinos sería una variante de *narinos; es decir, de los habitantes del río Nareo; raíz ya indoeuropea, *nar- (agua); simple alternancia nar-/nal- (r/l) presente en el mismo río Nalón. Lo que son las gratas coincidencias, las redes inmemoriales de las palabras.


Detalle de la inscripción tallada en piedra
sobre la puerta de La Capilla
(indescifrable hasta la fecha)

Para más información, ver
Diccionario Geográfico de Asturias.
Ciudades, villas y pueblos.

Editorial Prensa Asturiana.
Colaboración de Julio Concepción Suárez

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