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Versos para un album familiar
por Manolo Pilares.

Recuerdos...
Creemos que son recuerdos...
Y son estatuas de sal
en las fronteras del tiempo.

Recuerdos...
Cuando miramos atrás,
sólo estatuas de sal vemos.

Este papel, estas letras...
Estos nostálgicos versos
me sabrán a sal... a sal...
desde este mismo momento.

¡Qué sed me da el recordar!
¡Qué sed de vivir de nuevo!

Es tarde. Es tarde. El tic-tac
del reloj lo está diciendo.
Yo envejezco. Tú envejeces.
Y todos envejecemos.

Recuerdos...
Alzo la pluma. Levanto
mi cansada vista al techo.
Quiero ser niño otra vez.
Ser niño ante igual misterio.
Buscar la exacta respuesta
en la altura, en el silencio.

Recuerdos...
¿Soy yo ese alumno asustado,
o es alguien que está muy lejos?
¿Qué me va a enseñar la vida?
¿Dónde oculta sus secretos?

Siento una voz a mi espalda,
como venida de un sueño:

-Es tarde, Manolo, deja
para otro día los versos...

Miro a Pilar, y sus ojos
ven que miro y no la veo.

-¿Qué piensas? ¿En qué pensabas?
¿Estás dormido o despierto?

-Pensaba... No sé... Pensaba
en la gente de mi pueblo,
en sus callejas, sus padros...
pensaba... No sé... Recuerdos...

Pilar se entristece. Dice
bajo, muy bajo... -Comprendo...

Y me vuelve a dejar solo
con mis vivos y mis muertos.

Es tarde. Es tarde... Amanece...
Pero sigue atardeceiendo.
El humo de mi cachimba
chochea de puro viejo.
La estatua de Vital Aza
se sube al Pico Ranero.
Es una estatua de piedra
salada y de luz sin velos.
Él, nació en Pola de Lena,
de pie y con el cielo abierto.
Yo, en un nublado, y de cabeza,
allá en la Vega del Ciego...

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