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EL MÁSGAÍN: UN NOMBRE, UNA RIBERA Y UN RÍO.

Un paseo por los nombres de La Pola y sus alrededores nos puede aclarar en breve el paraje ribereño y boscoso que debió cubrir el valle entre La Vega'l Ciegu y Villayana, unos cuantos siglos atrás. Por citar algunos nombres de un valle fértil junto al río, sirvan los de El Sotón (actual campo de fútbol), antes 'bosque' (lat. saltu, 'bosque pequeño); Robleo (aquí mismo, junto al Instituto), zona de robles, de los que todavía por el otoño, desde las aulas del Centro, podemos contemplar unos cuantos esparcidos por las xebes, salpicando con sus inconfundibles tonos ocres la seronda en el valle.

Otras calles y barrios de la villa de La Pola recuerdan también la presencia de diversos arbolados y cultivos: La Peralera, La Pipera, La Fuente l'Ablanu y La Nozalera (en La Caleya)…; La Iría, El Castañerón de les Ánimes, Los Llerones, Les Lleres… ; y otras funciones bien distintas a las más urbanas de hoy: El Caleyón de los Chobos, Reguera Pará, La Fuentina, El Resbalón, La Quintana…

En este entorno natural ribereño regado por las aguas del río Lena, primero más boscoso, y luego poco a poco cultivado, se recorta el conjunto del Masgaín: zona de fincas que ocupaba lo que hoy va desde Robleo hasta la zona de Talleres por encima del Colegio Vital Aza. Todavía son muchos los vecinos de La Pola que recuerdan sembrados de maíz y patatas lo que hoy son las piscinas, las pistas de deportes, las canchas de cemento, el Polideportivo, el Instituto mismo…

Y la explicación la lleva consigo el nombre mismo. En la palabra Masgaín, parece asomar el componente latino mansum ('gran explotación rural de un solo terrateniente'), reducido a Mas- con los cambios fónicos y gráficos normales en la historia de las palabras asturianas através del tiempo (-ns > -s-), como ocurre en mensa > mesa, mansione > mesón, mensis > mes…, y tantas otras reducciones léxicas.

El segundo componente del Masgaín parece también claro: Gaín, lo mismo que Peña Gaín en el concejo de Caso, parece proceder de un lat. Catinii (> Gadin > Gaín), genitivo del antropónimo hispánico Catinius, sin duda entonces aplicado al posesor de aquellas fértiles tierras, entonces roturadas por primera vez en la productiva ribera del río Lena: un prolongado rellano tan apacible como indica la propia voz aplicada a las sosegadas aguas del río (prerromano *len, 'suave, liso, moderado', también presente en los otros ríos Lena, uno ruso y el otro irlandés, igualmente distendidos por sus respectivas vaguadas).

La evolución fonética reducida de ambos términos, mansu + Catinii (transformado en Gadín), en principio separados, terminó en el topónimo actual Masgaín, casi irreconocible ya. Las edificaciones, los talleres, las viviendas recientes, las piscinas, la pasarela, el cemento, las autopistas, las canchas de tenis…, terminaron por enterrar el nombre, en adelante ya sólo latente bajo los componentes por separado de la palabra.

El mismo disfraz podemos encontrar unos metros más arriba bajo los garajes y talleres de chapas, florecientes hoy como pequeñas industrias por muchos valoradas: pues ¿quién podría suponer que toda esa zona de motores, hierros y cementos, llamada La Peralera (no por casualidad situada bajo El Cuitu las Viñas), fue en su tiempo, también, productiva finca de perales, cargadas de peras a la sazón? Una vez más quedan los nombres para contarlo.

Para más información, ver
Diccionario toponímico de la montaña asturiana.
Julio Concepción Suárez

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