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Los últimos druidas
(VI)
Serie de artículos
que el autor publica todas las semanas
en el diario de LA NUEVA ESPAÑA

por Celso Peyroux

UN POETA POR LAS ARENAS DE DESIERTO DEL SAHARA

Texto y fotos: Celso Peyroux

El escritor Celso Peyroux, colaborador de LA NUEVA ESPAÑA acaba de recorrer durante ocho días los campamentos de refugiados saharauis en Argelia. El cronista tevergano viajó más de mil kilómetros por el desierto para conocer la realidad de un pueblo que fue expulsado en el año 1976por Marruecos de Saguía el Hamra (Sahara Occidental y Río de Oro) donde habían permanecido durante varios siglos.

Un numeroso grupo de la Asociación Asturiana de Amigos del Pueblo Saharaui, así como familias que mantienen contactos, médicos, enseñantes, ópticos, dentistas y una nutrida representación de la región visitaron las wilayas (campamentos) de El Aium, Auserd, Smara, Dajla, La Escuela "27 de febrero" y Rabuni donde reside el Gobierno de la RASD. La expedición regresó satisfecha de la labor humanitaria cumplida.

El aeropuerto militar de Tinduf es un hormiguero. A casi dos mil kilómetros de Orán esta ciudad argelina es la última urbe, ya en pleno desierto, y el nexo de la civilización europea con los campamentos saharauis. Los servicios son mínimos y, a pesar de los buenos modales de la policía y el intenso trabajo de Marta y de Mariajo, se hace eterno el papeleo de visados y aduanas. Son las seis de la tarde. Hablar y escribir francés me sirve de mucho.

Me deslizo como pez en el agua por los mostradores y ayudo a la gente a cubrir fichas policiales. En viejos camiones, destartalados autobuses y todoterrenos vamos subiendo con un pesado equipaje para ser trasladados a los diferentes campamentos. Manolo Montoto, el cirujano-escritor y sus colegas médicos recuperan cientos de kilos de material quirúrgico y medicamentos "donados por el Ayuntamiento de Oviedo- y se van camino del hospital. Les espera una ardua labor.

Otro tanto hacen los ópticos y el equipo de Luis Martinez con material para diabéticos y la ayuda del Ayuntamiento de Gozón. Me confunde y me hace grano de arena tanto altruismo. Tanta generosidad. Declina un sol que, entre lenguas de fuego, es tragado por del desierto. Cuando llegamos al "27 de febrero" la noche se echó encima y millones de estrellas parpadean en un cielo limpio y misterioso. Abdú Fadel" representante de la RASD en Asturias con su sonrisa y buenos modales- nos aloja con la familia de Sagma.

Nos instalan en una jaima que será, de ahora en adelante, nuestra alcoba, comedor y sala de estar. Nos intercambiamos regalos, cenamos y Anabel Santiago nos deleita con una vaqueiras. Antes de acostarme me subo a una pequeña colina para ver a Orión y al bajar, en una duna, un piloto-escritor está durmiendo en sus brazos a un príncipe-niño que sueña con una rosa. Hoy es domingo. Por aquí nadie lo sabe. A la segunda llamada de oración salgo de la jaima y en una ladera de la colina se oyen a las cabras y camellas pedir el desayuno.

Los niños van a la escuela y Sagma "la matriarca familiar, cubierta con su túnica-, está ya metida en el ritual del te. Tres tomas: una amarga como la vida; otra dulce como el amor y, en fin una tercera tan suave como la muerte. Eso dicen. Guiados por Mayuba "mi hija adoptiva, con sus diecisiete años, tan hermosa como un amanecer- nos acercamos a las escuelas. Seiscientos cincuenta niños entre los seis y catorce años.

Hay veintidós profesores. La alfabetización en toda la República es del cien por cien. Saludan los niños con educación nuestra intromisión en la vida escolar y les regalamos material y golosinas. Aunque el español es la segunda lengua obligatoria, un maestro que imparte francés me permite recitar un poema y cantarles una canción. En los talleres de costura la cantante Anabel Santiago entona una "toná" y graba canciones y el ser y sentir de la mujer saharui.

Por la tarde visita al Centro de atención de víctimas de la guerra y minas antipersona. El dolor se palpa en carne viva. Al regreso, en el Centro de Protocolo me espera una hermosa sorpresa. Una muchacha tevergana en el desierto. María Cansinos, la nieta de Angeles y de David forma parte de una ONG de Euzkadi. No podía ser menos: a tal sonrisa y belleza un alma exquisita. Cena, velada familiar y juegos con los nietos de Sagma. En el cielo Betelgeuse acaba de ponerse un hermoso camisón de raso.

Hoy es lunes tres de diciembre. Una de las familias asturianas trae una entrañable misión: la de orear en las arenas del desierto y al siroco las cenizas de un ser querido. Marcelino Arbesú Vallina había sido uno de los primeros fundadores de la A. A. de A. del P. S. El abogado ovetense había fallecido con sesenta y dos años en el pasado mes de julio. Casi quinientos kilómetros por el desierto para llegar a Birlehlu "en los territorios liberados. En este inhóspito lugar se proclamó la R.A.S.D. el 27 de febrero de 1976.

Recibidos por el jefe del batallón de la 5ª Región Militar con el te de la hospitalidad, la familia Arbesú se retira a un lugar y allí deja el polvo entre la arena de quien fue un hombre bueno y solidario. De vuelta aparecen espejismos por doquier, nómadas, un camionero pidiendo ayuda y el amplio anecdotario de Titi Moreda que nos hace el viaje más llevadero. Sopa, tortilla española y a la cama. El músculo está roto, pero el alma dichosa.

Allá arriba Sirio corteja a Rigel. Fiesta en la wilaya de El-Aium. Desfiles de mujeres hermosas ataviadas con gusto y el alma alegre que van bailando; niños con banderas y beduinos en todo lo alto de los camellos. Visitamos una carpintería montada con ayuda asturiana que trabaja en régimen de cooperativa. La imagen de Olof Palmer está pintada en un Centro de Bellas Artes y de cerámica. En el hospital central de Rabuni hay una gran actividad.

Cirujanos de digestivo, radiólogos, anestesistas, dentistas, higienistas, ATS y ópticos, todos ellos y ellas asturianos "familias enteras de especialistas-, han querido pasar el largo puente de la Constitución calmando el dolor de las mujeres y hombres del desierto. Cirugía laparoscópica: hernias, apendicitis"; encías con piezas destrozadas, accesos, conjuntivitis". Les falta tiempo para ayudar a tanta gente y tan necesitada. No hay descanso. Más de doscientas intervenciones.

En estos lugares, donde no hay calendarios y los relojes son de arena, el tiempo no huye y así, Manolo Montoto, con unas profundas ojeras y una incipiente barba, escribe. Y lo hace muy bien. Le inspira el desierto y estas gentes. Cena de "cous-cous" con carne de camello y dátiles. Un príncipe y su rosa están hablando de amor en el planeta de siempre y un día. Viaje a Dajla "la wilaya más alejada de todas- para esta mañana y para todo el día siguiente. Almuerzo en Smara con la familia de Abdú: pinchos morunos de joroba de camello, arroz, ensalada, dátiles y té.

El imenso campamento hierve de gente. Me encuentro con Belén Cueva. Lleva catorce años viniendo y es "madre" de siete niños. Un noble corazón más amplio que ella misma. Se inaugura el Centro de Mujeres y aparece el siroco que se lo lleva todo por delante. A Coque, el cámara de TV lo cubre por completo la arena y parece que está atrapado por la niebla de Sobia. Al mediodía se inaugura el Centro de Mayores subvencionado en su totalidad por el Principado.

Una bandera asturiana cubre la placa que lleva el nombre de Marcelino Arbesú. Todos estamos emocionados. El Presidente Abdelaziz la deja al descubierto y afloran lágrimas y sentimientos profundos. Jacinto Braña y Berto Montiel representan a Asturias. El almuerzo para los invitados tiene lugar en una enorme jaima. La familia Arbesú tiene un lugar distinguido al lado del Presidente y secretario, al mismo tiempo del frente POLISARIO.

A los postres, Abdelaziz escribe unos renglones, en mi cuaderno de campo, para los lectores de LA NUEVA ESPAÑA, para los cooperantes y para el pueblo asturiano. A un médico saharaui, formado en Cuba, le dejo varios kilos de medicamentos donados por mi buen amigo y mejor farmaceutico Julio Braña Cuesta; tevergano, claro está. De vuelta a casa, Anabel Santiago nos canta los "Carros materos" y con aquella hermosa voz en el desierto y un atardecer para comerselo se me hizo verde vereda el corazón. Cena, bailes en la jaima, juegos con los niños y un postrer guiño a la moza más guapa de Las Pléyadas.

A las seis de la mañana me despierto con el primer toque de oración. Intento ponerme en pie pero un malestar general se apodera de mi y me quedo todo el día en la jaima con los más delicados y exquisitos cuidados prodigados por esta gente tan generosa. Había quedado de pasar toda la mañana en la escuela pero Titi Moreda pide disculpas, de mi parte, a la Directora y hace entrega de una segunda remesa de material escolar. Día de reflexión y de suero.

Soy un insignificante grano de arena de éste y de otros desiertos. Se acaba la estancia. Se preparan maletas y los amigos me visitan. Recibo ánimos por todas partes. Es la última noche en el desierto. Hay nuevos regalos de despedida, turrones para la familia y relaciones humanas que palpitan por todas partes y dejan el alma a flor de piel. Con un esfuerzo supremo subo a la colina de las contemplaciones para despedirme del cielo más bello jamás contemplado. A mi estrella Deneb le pido paz, esperanza, justicia, libertad y lucha para esta gente que ya es la mía.

As-salam-aley-kum.

LOS ÚLTIMOS DRUIDAS SAHARA LIBRE

Celso Peyroux

Esto es el fuego del desierto calmado en el invierno. La noche ha sido fría y en la bóveda del cielo no cabía ni un lucero más. El campamento "Veintisiete de febrero", denominado "La Escuela" comienza a despertarse y se siente vida en la "jaimas" donde ya humea el carbón vegetal y se prepara el ritual del té.

Se oyen los motores de los todo-terrenos surcando la arena y del minarete llega la voz del "muyahidin" llamando a la plegaria por segunda vez. Las cabras balan encerradas en corrales rodeados con trozos de bidones y las cabezas erguidas de varios camellos se destacan por encima de un muro de adobes. Me llega el recuerdo de aquella camella o dromedaria que el Ayuntamiento tevergano había adquirido "hace ya de esto bastantes años, cuando su regidor era una hombre digno y bueno- para alimentar a los niños saharauis.

Estoy subido en una pequeña colina desde la que se divisan vastos horizontes que se vuelven espejismos como si la mar de Muros de Nalón hubiera invadido la llanura. A mis pies un pueblo abandonado a su suerte y desgracia. Del otro lado de estos cerros que me rodean otros cuatro campamentos y un centro de recepción, otro hospitalario y un tercero administrativo corren el mismo desamparo. Nadie los quiere. Es decir, si los queremos quienes con voluntad, altruismo y generosidad: mujeres y hombres de bien hemos llegado del primer mundo para acompañarlos en su sonora soledad y en el más cruel y despiadado de los abandonos. ¡Beau geste!

No cabe duda, pero mientras no se tomen otras medidas que no vayan más allá de la ayuda humanitaria no deja de ser, la hermosa acción, pan para hoy y hambre para mañana. ¿Qué hacer? ¿A qué puerta llamar? Las más bellas promesas serán siempre las más duras mentiras. Y así un Gobierno y otro y aquel y el de más allá. ¡Qué ignominia! Allach, el todopoderoso, el más justo, el misericordioso no pasó nunca por aquí y a su hermano Jehová las huellas de sus sandalias las cubrió de arena el sirocco.

Sólo queda un rayo de esperanza y seguir caminado juntos de la mano porque aunque no hay caminos para la paz; la paz es el camino (Gandhi) que "y añado- conduce a hombres y a mujeres hacia la libertad suprema. Mi humilde cálamo estará siempre con vosotros.

As-salam alay-kum. s.

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